𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟷

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— ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes entrar a mi despacho Lúa

— No está muerto — mi voz se quiebra —. Él te envía cartas preguntando por mi... ¡y lo ocultaste!

— ¡Es por tu seguridad! — grita mi madre.

— Mentirles a tus hijos sobre la muerte de su padre ¿es por su seguridad? ¿qué hizo él?

— No lo entenderías...

— ¡Pues explícamelo! — comienzo a llorar de cólera.

— No tengo por qué — demanda tajante y se cruza de brazos.

—¡Mentiste! ¡Él no está muerto! ¡¿Qué necesidad?!

—Sólo diré que hice lo que creí correcto para ustedes... para que tuviesen una vida normal... —llora.

—No es excusa — mis ojos nublados por las lagrimas comienzan a derramarlas —. Nos apartaste de él, Nolan ni siquiera lo conoce... ¿Cómo puedes pensar que era por nuestro bien?

—No diré nada más.

— Bien, no lo hagas — derrotada y enojada, agarro todas las cartas de papá con mis manos —. Si tu no me lo dices iré a que él me lo diga.

— ¡Lúa!



— Hey ¿sigues aquí? — Anton chasquea los dedos frente a mi para que regrese al mundo.

— Eh? sí.

Todo está confuso en mi mente.

Mamá...

Ni siquiera recordaba haber tenido esa pelea con mamá, el recuerdo solo ha llegado al ver el cartel que dice <<usted está dejando Grimshaw>>, ¿qué me pasa?


—Entonces al pueblo, ¿no? – dice Nesh desde los asientos de atrás, quién se nos había colgado.

— Sí...


Emprendemos nuestro viaje al pueblo vecino, dejando atrás a Grimshaw y sus habitantes.

No tengo un buen presentimiento.



[...]



Al llegar al pueblo, decidimos separarnos todos. Cada uno iría a buscar algunas cosas que necesitaba. Quedándonos de ver en un punto en específico después.

Por fortuna conocía el camino a la farmacia, había venido anteriormente en varias ocasiones con papá, era un pueblo bastante bonito. Estaba apartado de Grimshaw, pero seguía siendo el más cercano.

Recordaba que en los árboles y jardineras que adornaban la cuidad siempre había gente, ahora estaba casi desierto, con suerte encontrabas a una persona caminando por ahí... Anton tenía razón... ¿Qué pasó aquí?

Cuando obtuve mis medicamentos metí la bolsa de plástico negra hasta el fondo de mi bolso de tela, y me encaminé hasta el punto de reunión.

Una vez ahí, me senté en el tronco de un roble a esperar a los demás. Intentando no ensuciar el vestido que llevaba puesto, era de mis favoritos. El jeep de Anton seguía estacionado allí, pero él no se veía por ningún lado.

El grito ¿Cuál es el sonido de la muerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora