Capítulo 8: Una ladrona

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"Cosa mal guardada, de ladrón es bien robada"

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"Cosa mal guardada,
de ladrón es bien robada".

Madame Delphine visualizó a Iryna marcharse después de haber entablado una conversación con Vaas. La primera se personó en la misma ubicación que la segunda para interrogar al hombre. El inundar del sonido de sus tacones lo alertó, pero tampoco se dignó mucho en discernir de quién se trataba; pues ya lo sabía. La dama era muy elegante en sus pasos y tenía un peculiar ritmo en ellos que sabía distinguir del resto.

La rubia se posicionó a su lado, interesada.

—¿Ha preguntado por Samuel? —formuló.

Vaas se sentó en la pequeña butaca frente al piano y posó los dedos sobre las teclas, preparado para volver a tocar.

—Sí —respondió—. Puedo percibir la curiosidad en ella.

—En la bodega quiso preguntarme lo mismo —declaró.

Él levantó la mirada ante su afirmación. Enarcó una ceja, intrigado.

—¿Y qué le dijiste?

—Que Samuel fue alguien que te traicionó y que solo tú sabías las razones.

Boncraft sonrió con suficiencia. Que Iryna mantuviese ese embrollo por conocer cada suceso en la mansión le resultaba cuanto menos fascinante, pues ver a una mujer confabular por hallar las respuesta que deseaba saciar era muy jocoso y atrayente a su vez.

—Dice que escuchó a Darío y Astrid hablar de Samuel y que por eso indagó —añadió—. ¿Habrá consecuencias?

Vaas suspiró.

—Las únicas consecuencias que ha traído es despertar la curiosidad en una dama, Delphine. No hay nada de malo en ello.

—¿No te preocupa que indague más en ello? Lo querías mantener enterrado ese suceso, Vaas. Los demás solo sacan especulaciones, solo tú sabes realmente qué sucedió con Samuel.

El caballero optó por no tocar el piano, levantándose de la butaca para advertir a la mujer:

—Si el ratón quiere ir tras el queso, a pesar de las trampas que haya en su camino, no seré yo quien se lo impida. Es su elección.

Dicho aquello, dio por finalizada la conversación, retirándose de la sala. Delphine no opuso ninguna queja. Le conocía bien y, aunque tuviera cierta suspicacia por el interés de Iryna, Vaas siempre se salía con la suya. Estaba segura de que disfrutaba de ello.

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Iryna salió al exterior. Casimir no estaba por ningún lado de la mansión. Si ya el lugar era terriblemente laberíntico, el exterior con aquel hermoso y grandioso jardín lo era aún más. No obstante, halló al mayordomo cortando alguna maleza de los arbustos para mantener la belleza de su espléndido jardín francés. El agua de la fuente caía melódico, bañando con su soltura el patio.

El Club de los Aristócratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora