Capítulo 16: Coraje.

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"El coraje consiste en saber escoger un mal menor, por más horrible que pueda parecer"

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"El coraje consiste en saber escoger un mal menor, por más horrible que pueda parecer".

Iryna salió disparada encontrándose de bruces con Isahia. La primera visualizó que tenía la cámara en sus manos, lo sostuvo del antebrazo para echar a correr por el pasillo y perderse de la posible presencia de Vaas Boncraft. Se ocultaron al final del corredor, en una esquina donde los fisgones no podían alcanzar a interesarse.

—¿Por qué te encuentras tan agitada? —interrogó el otro, confuso.

Ella tragó saliva y procedió a esquivar:

—No tengo la cinta de vídeo. Está en su despacho, pero él se irá pronto de ahí —explicó—. Solo tenemos que entrar, reproducir la cinta, ver el vídeo y dejarlo todo cómo estaba. Fácil, ¿no? No dejará sospechas.

—Muy bien. Esperaremos, pues.

El susodicho salió de su despacho y cerró la puerta. Se peinó con sus dedos su cabello desordenado sobre su frente y procedió el paso a su dormitorio. Isahia frunció los ojos sin entender por qué el amo también estaba alborotado.

Iryna lo observó recordando lo que pasó hacía apenas unos minutos. Aún tenía su hermoso olor en sus fosas nasales, la textura de su mano acariciándola con delicia y esplendor. El corazón agitado por la excitación y el sudor frío por el nerviosismo de la situación.

—Vamos —dijo Iryna a hurtadillas.

—¿Dónde están tus tacones? —Observó el rubio la ausencia de ellos.

—En el despacho —confesó—. ¡Vamos, Isahia!

Giró el pomo y ambos entraron por la puerta. Lo que antes había encima del escritorio: su cuaderno, un par de plumas de escribir, la tinta, documentos poco relevantes... Yacían desparramados por el piso. La mesa de madera lucía impoluta e Isahia rompió el silencio para formular:

—¿Cuál ha sido tú método de entretener al amo, pelearte con él?

—No importa el método que haya empleado. La cuestión es que ha funcionado, ¿no?

Isahia sospechó y, aunque ambos estuvieron buscando por el suelo la cinta de vídeo, el rubio continuó charlando.

—Me da la impresión de que ha sido muy poco discreto y profesional. ¿Te lo has follado?

—¡Isahia! —regañó ella—. ¿Qué es ese lenguaje obsceno por tu parte?

Él soltó una risa sarcástica.

—Dime que es mentira, pues.

—Aunque así fuera, una persona no se «folla» a otra. Ambos se complacen. ¡Sigue buscando!

Él frunció el ceño y guardó silencio.

Tras unos minutos buscando la misteriosa cinta, Iryna la halló bajo la mesa. Debió haberse caído al otro lado cuando Vaas apartó todas las pertenencias del escritorio, sin importarle lo que cayera alrededor si con ello podía disfrutar de la situación que se dieron entre ambos.

El Club de los Aristócratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora