Capítulo 13: Dame un motivo

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“El amor es una herramienta que se usa para terminar odiando lo que un día se quiso”

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“El amor es una herramienta que se usa para terminar odiando lo que un día se quiso”.

Vaas continuó sorbiendo su vino con una actitud desdeñosa conforme miraba la pasmada reacción de Iryna. La muchacha fue incapaz de pestañear durante algunos largos segundos, interpretando un sin fin de escenarios en su mente. El pañuelo con manchas burdeos al otro lado de la mesa le confesaba el crimen de Boncraft, pero aún con aquella clara evidencia, el hombre no afirmó su cometido, solo brindó por ella.

—¿Ha matado a Esteban? —interrogó, perpleja.

Él ladeó su cabeza. Colocó una expresión piadosa y expresó:

—No logro comprender muy bien tu perplejidad. ¿A qué se debe tal sorpresa, cuando viviste en tus propias carnes una agresión y falta de respeto hacia tu persona? Su ausencia es lo que menos debería extrañarte aquí dentro, Bambi.

Ella tragó saliva. Sus nudillos aún lucían enrojecidos.

—¿Acaso lo ha hecho por mí? En ningún momento mencioné que...

—Iryna —interrumpió, contundente—. Avisé con soberanía que en mi juego solo debían quitarte el pañuelo, mas no agredirte. Sé que Isahia no me desobedeció. Sin embargo, Esteban...

Boncraft dejó la frase en el aire y depositó la copa de vino a un lado para luego acercarse a la joven. Desde su altura la observó. Ella alzó la mirada para atenderle. Tocó su mejilla y con su pulgar palpó su ojo morado, tal fue la delicadeza de su tacto que ella no notó nada para no hacerle el más mínimo daño. Fue muy cuidadoso. Sus ojos bicolores la estudiaban con vehemencia.

Él continuó hablando:

—Yo pongo las reglas de mis juegos. Nadie más puede actuar como se les antoje cuando estos dictan una serie de normas. La gente desobediente me toca la fibra sensible.

Madame Delphine irrumpió en el despacho con una expresión poco amigable. Iryna se separó de Vaas y agachó la mirada. La primera, sentenció:

—Vete a tu habitación, Iryna. Esto será una conversación privada.

Estaba molesta por alguna razón desconocida.

Vaas refutó:

—Esta conversación también lo estaba siendo.

Madame Delphine apretó sus labios en señal de disgusto, pero Boncraft solo esbozó una sonrisa desinteresada.

La joven no dijo nada y se marchó del despacho, dejando a ambos Aristócratas conversar en paz. Se hubiera quedado espiando aquella conversación si no fuera porque Casimir, el mayordomo, la visualizó en el pasillo con cara de preocupación.

—¡La he estado buscando por toda la mansión! —reclamó—. No vuelva a irse sin avisar, por favor. Le preparé el baño. Anda, acompáñame a su dormitorio.

El Club de los Aristócratas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora