Capítulo 5

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Mientras estoy en el estudio de grabación doy vueltas al rededor de la habitación, hace más de una hora siguen trabajando en que todo esté perfecto para el video. Katniss tiene puesto su traje sinsajistico, no puedo evitar sonreír al oir como lo llamo, aunque el plan de los estilistas era mantenerla dentro de una "belleza natural", es obvio que trae una gran cantidad de maquillaje. Pero en definitiva no es ella, luce mucho más alta de lo que es, su cara demuestra sensualidad y determinación, y pareciera que está a punto de prenderse en llamas.

Camino hacia ella y le susurró a sus espaldas.
—Querrán matarte, besarte o ser tú —mi voz es casi un ronroneo, pero ella se ríe porque ya conoce aquel viejo humor con el que nos conocimos.

La alejan de mi lado para meterla dentro de la cabina de grabación, que no se compara en nada a una del Capitolio, mientras los demás observamos por fuera, y aunque intento pararme al lado de Gale, él simplemente se aleja en cuanto llego.
La frase que le dan a Katniss es sencilla, están orgullosos de su creación, como si la hubieran preparado hace muchos años.

¡Gente de Panem, luchemos, atrevámonos y terminemos con nuestra hambre de justicia!

Las luces se vuelven tenues, piden silencio y comienza la grabación. Katniss luce nerviosa, pareciera que no encuentra hacia dónde ver, las palabras tardan en salir de su boca y para cuando lo hacen pareciera que ella está leyendo. Todos se quedan callados con el resultado, y le piden que lo repita de nuevo, pero vuelve a ser lo mismo.
Entonces una risa familiar se escucha al fondo de la puerta, para cuando llega al frente lo veo. Haymitch aparece y luce extremadamente delgado, la desintoxicación no le sienta bien, incluso su piel tiene el color de un enfermo, me recuerda a los adictos a la morfina.

Él no deja de reír, se acerca a la máquina de producción y presiona un botón. —Y así señores, es como se mata una revolución.

La mirada de Katniss al principio es de desconcierto, pero reconoce su voz. Camina lentamente y sale del set. No quiere verlo. Sin embargo no le es posible porque una hora después nos encontramos todos reunidos ante él. Es una extraña compilación de personas, Plutchard, su asistente, Boggs, Gale, un hombre que dicen que es del distrito 10 (llegó caminando hasta el distrito), la cocinera del distrito de Katniss, y a mi se me ha encargado traer a Beete.
Nos sentamos al rededor de la mesa, para que Haymitch comienza a mostrar la grabación.

Katniss luce sin ánimo, cargando el arco con torpeza, no parece natural, sino que la están obligando, un mal actor. Paran la grabación y vuelve a existir ese silencio incómodo.
—¿Alguno de ustedes acepta que eso nos servirá? ¿No? De acuerdo —dice levantándose—. Eso nos ahorra tiempo. Quiero que todas piensen en un momento el que Katniss de verdad los haya conmovido, no que envidiaran su ropa, o que Peeta la hiciera lucir deseable. Recuerden un momento genuino donde sintieran algo.

El silencio comienza y parece no acabar, Katniss oculta la mirada de los demás demostrando lo nerviosa que está, alguien se adelanta a que hable.
—Cuando se ofreció voluntaria por su hermana Prim —dice un extraño.

—¿Quien no se conmovió con eso? —menciona y anota en una pizarra electrónica.

Boggs nos sorprende hablando —Cuando le cantó a la pequeña niña, mientras moría —dice, las imágenes vienen a mi mente, el cabello de Rue y las flores que la acompañaban al rededor. Parece ser que este hombre si tiene corazón.

—¡Lloré cuando drogó a Peeta para poder conseguirle su medicina! —dice la asistente de Plutchar pero se arrepiente de hablar porque se cubre la boca con las manos, como si se hubiera equivocado.

Fortuito • Finnick Odair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora