Capítulo 17

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¿Qué es lo que provoca en mí?

Esa pregunta vuelve a mi cabeza mientras la veo bailar. Tiene el cabello suelto y está tomada de las manos con Prim, mientras dan vueltas, las dos tienen una sonrisa en los labios. Tengo los brazos cruzados pero mis pies tamborilean al ritmo de la música alegre, sin darme cuenta una sonrisa esta en mi boca.

Estoy apartado de la multitud, el centro del salón ha sido adaptado como pista de baile. Todo el mundo está disfrutando, las cámaras se mueven de un lado a otro tratando de captar la emoción y alegría del momento. Annie está sumamente alegre, corre hacia mí con los brazos extendidos, yo le tomo la mano.

—Baila conmigo... —suplica.

—Annie, no me sé los pasos, te voy a pisar —digo burlón.

—No importa —dice—, hasta los niños lo intentan.

Me jala hasta que las demás personas nos juntan en su círculo, hago un tonto intento por copiar los pasos pero los demás se detienen a enseñarnos, son tan alegres que hasta yo me río de mis errores.

Me tomo de las manos de Annie, damos vueltas, ella ríe y gira con gracia, parece hecha para bailar. Entonces alguien grita "cambio" y las personas se mezclan rápido hasta que ella ahora está frente a mi. Al principio me quedo estático pero ella me da sus manos y continuamos con la música, el mundo se detiene un minuto cuando le doy la vuelta y su rostro queda cerca mío, puedo ver bien sus ojos, la punta de su nariz y la curvatura de sus labios.

Por mucho tiempo aprendí a ocultar mis sentimientos pero también tuve que aprender a fingir mis emociones, me volví un experto en demostrar interés, pasión y deseo. Tenía que ser el mejor "acompañante".

Pero hoy lo reconozco, hoy me doy cuenta de lo que provoca Katniss en mi, son cosas reales, sentimientos de verdad, y sobre todo deseo real. No hay otra explicación, sino ¿por qué me deleita verla feliz? ¿por qué tengo tantas ansias por besarla?

De repente la música va cesando de apoco, las puertas laterales se abren y todos sueltan una expresión de asombro, ella se suelta de mi y ve como sale el pastel que Peeta ha hecho. Es casi gracioso ver que lo ha cubierto de marea color verde y pájaros color gris que revolotean por las olas. Es una obra de arte.

—Hola, Odair —dice Haymitch asustándome, me toma del hombro y sigue viendo hacia el frente como los niños del 12 parten el primer trozo de pastel—. Ayer fuiste de mucha ayuda.

—¿En serio? —pregunto y mis ojos siguen con la multitud, Annie ya está formada para recibir un pedazo de pastel.

—Sí —dice—. Hoy la verá.

Volteo a verlo. Está hablando enserio.

—Platicar contigo le abrió más su curiosidad por ella. Creo que le diste confianza, quiere ver si Katniss no le salta encima. 

El se ríe, pero yo estoy preocupado. Ayer las cadenas que tenía puestas no eran cortas, pudo haber atacado en cualquier momento.

—Tienen que cuidarla —digo—. Reforzar la seguridad, el miedo lo hace más fuerte.

—Tranquilo, enamorado —dice y palmea mi espalda—. Eso es seguro.

—No debería entrar ahí sola.

—Oye —dice jalando mi hombro—, no podemos prohibirle al chico verla, ella y Delly son lo único que le quedan.

Sus palabras me golpean como una bofetada. Él tiene razón, a Peeta no le quedan muchas personas, lo perdió todo, su casa, sus padres, sus recuerdos, su identidad. Y si yo dejara continuar mis sentimientos por Katniss, ¿no le estaría intentando quitar lo poco que le queda? ¿Quiero ser egoísta?

Fortuito • Finnick Odair Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora