Capítulo 10

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Mis piernas parecen hechas de gelatina así que no puedo evitar dejarme caer al suelo. Mi corazón parece que se saldrá de mi pecho, siento cada palpitación en las venas. Giro mi cabeza y veo cómo Katniss regaña a su hermana: —¿En qué estabas pensando?

Prim llora mientras habla: —No podía dejarlo de nuevo, no me lo perdonaría. Debiste verlo como estaba desesperado maullando.

Lo que dice me enternece, pero suelto una risa cuando veo como Katniss le bufa al gato de su hermana. El animal le responde lanzándole un zarpazo y al no lograr su objetivo comienza a maullar como un gatito pequeño, haciendo que Prim lo abrace más.

Entonces todo al rededor tiembla, es como si el golpe llegara a mis entrañas y se regara por cada parte de mi. Las luces parpadean y la gente grita. Nos mueven hasta el lugar de la familia Everdeen, ellas se abrazan en la cama debajo de la litera, yo me quedo junto a ellas.

Vamos a morir...

Ese es el único pensamiento que tengo con cada impacto qué hay contra la tierra, volteo hacia el techo para ver cómo todo cae hacia nosotros. Las luces se van y llega un pequeño resplandor de las lámparas, busco la mirada de Katniss en la oscuridad y veo en ellos el gran temor que yo también siento. Extiendo mi mano para poder tomar la suya, dándonos ánimo mutuamente.

—Estamos muy abajo, estoy segura que estamos a salvo —dice la madre de Katniss, su voz es débil—. Gracias a Dios que Peeta tenía los medios necesarios para avisarnos.

Peeta. Escuchar su nombre me transporta al momento en que dio el aviso, y aunque se que estamos sufriendo de miedo, él muy lejos de nosotros sufre pero de otra manera. Me repito que le debemos la vida todos, que gracias a él pudo llegar Prim.

No sé cuantas bombas cayeron en total, pero cuando se detienen siento que por fin puedo respirar con tranquilidad. Los dientes me castañean, he apretado un poco fuerte la mano de Katniss, pero me siento sumamente nervioso. Cuando intento levantarme la madre de Katniss toma mi rostro entre sus manos, parece ser que tendré un lindo moretón en la mandíbula. Debió ser cuando me patearon en las escaleras, pienso.

—Este lugar se esfuerza en quitarme mi guapura —digo sonriendo pero me quejo cuando toca el golpe.

Ellas se ríen un poco y antes de que pueda seguirme revisando un soldado viene por ella para ir a la unidad de heridos, no quiere dejar a sus hijas pero al final cede. Me despido de ellas también, diciéndoles que debo ir a mi lugar antes de que nos regañen y aunque no quiero irme lo hago. Alguien toma mi mano antes de que marche.

—Gracias —me dice Katniss y me suelta. Creo que es algo que aún no se va del todo de mi, la preocupación de hermano mayor, por eso fui por Prim.

Cuando llego a mi cama lo único que hago es tumbarme, me pierdo por completo. Y aunque quiero descansar no lo logro por completo, siento como si estuviera dentro del agua, pero mis pies y mis manos no la sienten. Sin embargo mi boca no encuentra aire para poder respirar. Unos ojos de serpiente me miran, y yo intento huir de ellos. La serpiente me envuelve por completo y comienza a apretarme poco a poco y cuando sus colmillos filosos se acercan a mi cuello alguien me sacude despertándome.

—¿Estás bien? —Los ojos grises de Katniss me miran con preocupación, yo solo asiento como respuesta—. No lo creo, parecías sufrir.

—Es normal, casi no logro dormir bien.

Caminamos juntos hacia el área de suministros, tengo que ir por un paquete de artículos básicos que me ayudarán en este encierro. Después me uno un tiempo corto a ellas porque como es el 13 hasta socializar tiene un horario específico. Así pasan los días, levantarse, aseo, comida, nada, y se repite una y otra vez.  Cuatro días encerrados, ni siquiera podría imaginar que extrañaría mi antiguo horario. Lo que más disfruto es pasar tiempo con la familia de Katniss, así que mis pies se mueven rápido hacia ellas cuando es la hora.

Fortuito • Finnick Odair Where stories live. Discover now