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Apenas escucho el grito de mamá en la mañana, entiendo que me he olvidado de ponerle el seguro a la puerta en la noche.

Puedo ver en sus ojos irritados, que ella está a punto de sufrir un colapso.

—¿Cómo te atreviste a tanto? —me pregunta entre dientes con la voz rota.

No tengo idea de qué decir.

Ohm está a mi lado, y siento su mirada en mí, pero no volteo hacia él, porque estoy aterrado.

—Eres repugnante, Nanon —dice caminando a la cama— esto es asqueroso.

—Mamá, no es así.

—¿No es qué? ¿Acaso no estás durmiendo con este muchacho? —pregunta jalándome del brazo para que me levante— ¿Qué otras cosas aberrantes hicieron en mi casa?

—Mamá...

—Eres un enfermo anormal.

—Señora —dice Ohm con la voz pausada y sé que también tiene miedo porque puede poner esta situación peor— lamento esto, pero no puede hablarle así.

—Lárgate —responde mirándolo con lágrimas en los ojos.

Jadeo al sentir la mano de mamá en mi rostro, y trato de alejarme porque empieza a golpearme repetidamente.

—¡Señora, basta! —grita Ohm ya furioso, deteniéndola— ¿Cómo puede hacerle esto a su hijo?

—Sal ya de mi casa o voy a llamar a la policía.

Inmediatamente lo miro para que le haga caso, porque sé que es capaz de hacerlo.

Asiento lentamente hacia él y Ohm agarra su camiseta, luego de suspirar.

Me tranquiliza verlo ya en el pasillo, porque no quiero que tenga que aguantar esto conmigo.

—No vas a volver a salir de este lugar —dice mamá tirando de mi cabello con fuerza— no tienes permiso de ir fuera de esta habitación, ni siquiera para ir a la iglesia; me das asco, Nanon, eres la peor maldición que pudo caerle a esta casa, y lo único que me consuela es saber que tú, nunca serás feliz, porque Dios no te lo permitirá.

—Mamá, estás hiriéndome —balbuceo en medio de mis lágrimas.

Suelo ser bueno controlándolas, pero ahora me está desarmando.

—Nunca podrás vivir como la gente normal, porque no lo mereces, no tienes idea de lo mucho que me avergüenza ser tu madre.

Apenas sale tirando la puerta, me siento en un rincón de la cama y me apoyo en mis piernas, abrazándolas con un dolor fuerte en mi corazón.

Lloro porque estoy seguro de que siempre pensará así, y a veces creo que quizás hay algo de razón en lo que dice.

Miro a la ventana saliendo de mis pensamientos,  cuando escucho a Ohm.

Me asomo rápidamente, limpiando mis lágrimas y lo veo parado en el jardín.

—Vendré a media noche —dice modulando bien sus labios para que lo entienda.

Asiento para que sepa que estoy de acuerdo.

—Vamos a irnos —completa mirando hacia la casa, seguramente para confirmar que mamá no lo haya notado.

—¿Qué?

—Vamos a irnos —repite soltando una respiración profunda, porque sabe todo lo que significa decir esas tres palabras.

Yo lo entiendo.

Nunca he sido tan valiente como Ohm cree, pero desde que él llegó me siento más fuerte.

Lo suficiente para hacerlo.

—Está bien —accedo moviendo afirmativamente la cabeza.

Ohm me sonríe antes de irse, y el nudo en mi estómago crece al verlo desaparecer por la calle.

Me asusta la idea, pero no puedo evitar sentir esa emoción de ser libre, por fin.

Quiero ser capaz de dejar todo eso que lleva años haciéndome daño.

Pecador | OhmnanonWhere stories live. Discover now