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Nanon, 35 años.

Me mantengo en silencio, después de contestar el teléfono y reconocerlo por su respiración, casi al instante.

Hola.

—Hola —respondo jugando con el cable— ¿cómo estás?

Estoy bien, ¿recibiste mi carta?

—Sí, y ya he colocado las fotos de Marlín en mi habitación.

Escucho que Ohm suspira y ese corto silencio me pone aún más tenso.

Le haces mucha falta.

—¿Lo crees? —pregunto con un nudo en la garganta.

Se acuesta todos los días en el sillón que usaban para pasar tiempo juntos.

Siento las lágrimas en mis ojos, pero me niego a quebrarme.

—¿Está muy mal?

Ya no juega ni quiere pasear, y solo se levanta cuando va a comer.

—¿El veterinario está seguro de que no va a mejorar?

Lo está, y perdóname por insistir pero de verdad me gustaría que pasaras a verlo, porque sé que eso lo hará feliz.

—Le prometí que iba a cuidarlo y no lo hice —menciono en medio de un sollozo que ya no puedo detener.

Él no está enojado contigo, seguramente no entiende por qué no volviste más, pero te sigue amando de la misma manera.

—Yo lo amo también —digo limpiando mis lágrimas— tú sabes cuánto.

Lo sé.

Apoyo mi cabeza en la pared para estabilizarme, y escucho una voz que yo no conozco.

-Marlín, ¿vas a querer galletas?

—Marlín no come galletas —respondo incluso sabiendo de que sea quién sea, no va a escucharme.

—Marlín no come galletas —repite Ohm por mí.

-Oh, no lo sabía, entonces voy a prepararle algo con la carne que sobró en el congelador.

—¿Quién es? —pregunto con el pecho ardiéndome.

Mis manos tiemblan porque me asusta la respuesta, pero no puedo evitar formular la pregunta.

Es First.

Debería detenerme aquí pero no puedo.

—¿Es tu amigo?

Cuando lo escucho resoplar, sé que no tiene ganas de decirlo, y debe ser porque sabe que no va a gustarme lo que dirá.

Es mi novio.

Siento que pierdo el aire por unos segundos asfixiantes en los que mi cuerpo no me responde.

Un zumbido atraviesa mi cabeza, y jadeo al recuperarme, con la respiración agitada.

—¿Nanon?

—Sabes lo que opino al respecto, y...

Decidí respetar lo que crees tú, con la condición de que no intentes convencerme a mí de lo mismo, porque no funcionará.

—Dios no va a permitirte ser feliz.

No hables de esa mierda conmigo, Nanon.

—Es incorrecto que continúes así, Ohm.

Al menos por fin pude continuar, he pasado mucho tiempo pensando en que no había forma de hacerlo.

—Le dices "continuar" a coger con alguien y llevarlo a mi casa... a tu... es... tú no tienes idea —digo con rabia sin poder organizar bien las palabras.

Me molesta.

Estuve estancado en una relación que terminó hace años, pensando en... en lo que pasó; y te dije muchas veces que eso me estaba destruyendo, porque no podía parar de atormentarme pensando en la razón por la que tuvo que ser así, y ahora que me he enamorado...

Cuelgo apenas lo escucho decir eso y me aferro al teléfono, presionándolo con mis dedos.

No puedo respirar bien.

He asistido a muchas terapias para no recaer, y leo constantemente la biblia para hacer lo correcto, pero mi cuerpo está traicionándome.

Golpeo el teléfono una y otra vez contra la mesa, y mis lágrimas empiezan a descontrolarse.

No debería ser así, pero se siente como si todo mi mundo se viniera abajo.

Sé que yo terminé lo que teníamos, y me fui sin decirle que lo haría.

Le fallé, a él y a Marlín.

Entiendo que ellos tienen que seguir viviendo sin mí, Ohm ya no forma parte de mi vida, y quisiera que deje de doler, pero nunca logré desaparecer mis sentimientos por él.

Me duele de una manera que no puedo soportar y me odio por eso.

Me odio incluso más de lo que me odié el último día que lo vi.

Pecador | OhmnanonWhere stories live. Discover now