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Aún me mantengo mirando el vacío en la sala, con mis lágrimas ya secas sobre mi piel.

En momentos así, pasa por mi mente, una y otra vez, lo que mi mamá me decía siempre.

El hecho de que yo nunca podría ser feliz.

Muchas veces en mi vida, le he dado la razón.

—Espero que los buses a tu pueblo salgan en la noche también —dice First sentándose frente a mí— no tendría sentido quedarte más tiempo acá, porque el perro ya murió.

Levanto la mirada hacia él, con mis dedos hormigueándome.

No me molesta que me esté botando, pero me molesta el tono con el que se refiere a Marlín.

Como si estuviera aliviado.

—Tú apenas llegaste y no lo sabes, pero se ponía mal todo el tiempo, a veces no podíamos dormir por sus achaques, y dejaba sus pelos en el sofá, porque nunca se levantaba —me cuenta con una calma que logra irritarme.

—Esta es su casa.

—Bueno, es que Ohm…

—No, no es solo de Ohm —lo interrumpo, alzando ligeramente la voz— Ohm y yo compramos este lugar, y odio decírtelo, pero esta es la casa de Marlín, si te molestaba pudiste irte, comprarte un sillón sin pelos y dormirte en una cama donde no tengas que molestarte por tener que vivir con él.

—¿Me estás echando?

—No, First, quédate porque tienes razón respecto a algo y es que yo me tengo que ir, pero no porque tú lo quieres así, simplemente ya no tengo nada más que hacer acá.

Camino a la puerta, algo enojado, justo cuando Ohm está de vuelta y me detengo al sentir su mano agarrando mi brazo.

—Non, ¿podemos sentarnos y cenar antes de salir de nuevo a...?

—Ya me tengo que ir —lo interrumpo tratando de sonreír— no quiero pagar una noche más de hotel acá, y los buses salen hasta las diez.

—Puedes quedarte, lo he dicho —responde con una expresión en su rostro que me cuesta descifrar.

La verdad es, que no quiero estar acá.

—Voy a llamarte al llegar, para que sepas que estoy… bien.

Cuando giro un poco puedo notar que First nos ve desde el sillón, con los brazos cruzados.

—Adiós, Ohm —susurro sin mirarlo directamente.

—Esperaré tu llamada, y ten cuidado, la carretera se pone peligrosa por la nieve.

—Claro.

—Adiós, Non.

El tono apagado de su voz me hace creer que de verdad no quiere que me vaya, pero sinceramente, debo estar alucinando, porque él ya tiene una vida a la que no pertenezco.

La nieve está cayendo, pero muy ligeramente, sin embargo, con el tiempo que me toma recorrer las calles, no es probable que alcance un bus.

Pasar una noche más aquí, mientras no sea en ese departamento, no suena del todo mal, teniendo en cuenta que tampoco me espera algo mejor al llegar al pueblo.

Al subir a la habitación, busco el frasco de pastillas que tomo para dormir.

Este ha sido uno de mis peores días en mucho tiempo y no puedo controlar el temblor en mis manos.

El psiquiatra dice que esta es la única manera en que puedo ganarle al insomnio.

Es lo mejor que puedo hacer para no sobre pensar en las noches, porque los recuerdos me ponen mal.

Cuando era pequeño, fui a decirle a mamá que había un niño lindo en la escuela, porque no creí que ese día marcaría el resto de años en los que me sentí torturado por ella.

Me recuerdo con claridad, mirándome al espejo, con el cuerpo ensangrentado por los latigazos, y luego el agua fría de la ducha que ella prendía sobre mí, para que no manche el piso de madera.

Odio no poder sacar esos momentos de mi mente cuando estoy solo.

Suspiro agarrando el vaso que tiene el hotel en el baño, para servirme algo de agua.

No debería estar sobre pensando, pero a veces no puedo evitar arrepentirme de haber decidido dar charlas en las universidades.

Está ese “si no hubiera…”, porque aún no logro aceptar que Matt no está.

La culpa constante de esa noche, la tengo presente todos los días, junto a las voces de las personas que me han dicho a lo largo de mi vida, lo repulsivo que soy.

Tal vez por eso he intentado cambiar, pero tampoco he podido.

No entiendo a Dios.

No entiendo por qué me dicen que realmente puedo decidir ser diferente, si no es así.

Siempre me he sentido tan dañado que estaba seguro de que yo no puedo hacer feliz a Ohm, pero tampoco soy feliz si no estoy con él.

Suspiro agarrando las pastillas del frasco y meto varias a mi boca, porque me cansa estar despierto, cuando no tengo ganas de vivir.

Pecador | OhmnanonWhere stories live. Discover now