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Nanon, 36 años.

Estar de nuevo parado en un auditorio después de lo que pasó, es difícil, y más aún porque estoy en el lugar del que siempre quise escapar.

El pueblo ya no es tan pequeño, y quise empezar de nuevo desde acá, ahora que han abierto una universidad.

Veo muchas caras conocidas en el público y reconozco en el fondo al chico que vi en la iglesia, un tiempo atrás.

El que lloraba.

Al que le dije algo que yo no creo, y ahora tengo la oportunidad de corregirlo.

—Soy Nanon —digo luego de aclarar mi garganta.

Ohm está sentado en la primera fila, y lo miro unos segundos para agarrar fuerzas, antes de continuar.

—Y estoy muy nervioso —agrego tratando de mantener la mirada arriba— porque llevo años sin estar frente a muchas personas, para hablar sobre el amor.

Los chicos ahí están atentos, mirándome en silencio, y eso me pone tan nervioso como la primera vez que hice algo así.

—Soy gay —digo luego de unos segundos y coloco la primera imagen que traje en la pizarra— y este es mi hijo Matt.

Quisiera poder ignorar el nudo que tengo en mi garganta, porque está sonriendo en la foto.

—Matt tenía dificultades de aprendizaje, pero amaba aprender, además le gustaban los trenes, la nieve y los caramelos —les cuento apoyándome un momento en la pared— sé que suenan a características algo comunes en los niños, a él le gustaba dibujar, jugar con nuestro perro, y el mar.

Respiro profundo, porque ya empiezo a sentirme bastante mal.

—Tuvo que estudiar en casa, porque las escuelas para niños como él son escasas, y no tenía muchos amigos porque las personas lo ponían nervioso, pero era amable, muy obediente, y sobre todo, era feliz —completo tratando de relajarme para poder seguir— Matt murió hace unos años, por una hemorragia cerebral que fue ocasionada por un chico que tenía más o menos la edad que ustedes tienen ahora.

Todo el auditorio se mantiene en silencio, así que me muevo un poco a la izquierda para continuar.

—Lo mató porque soy gay —digo sin poder evitar el temblor en mi voz.

Es complicado mantenerme estable, porque aún vivo el proceso de poder decirlo sin sentirme culpable.

—Cuando ocurrió, entré en una etapa de mi vida llena de frustración, fue mi punto de quiebre y me culpé por eso, pensé que ocurrió porque me lo merecía —agrego soltando un suspiro— creí que no iba a ser feliz nunca, porque insistía en ser algo que no le agrada a Dios.

—Pero no fue su culpa —dice la chica que está sentada en la fila, casi al fondo.

Tengo una paz que pocas veces siento, cuando veo que los demás parecen estar de acuerdo con ella.

—Es eso en lo que estoy trabajando ahora, porque es más complicado entender que la culpa fue de la persona que le hizo daño —respondo tratando de sonreír— ya no quiero encerrarme a llorar por Matt, él ya no está y no puedo regresarlo conmigo, pero quiero cambiar este mundo, para que nadie más tenga que perder a un Matt, solo por ser quien es.

Ohm me sonríe cuando paso la mirada de nuevo por su lugar.

—Si estoy acá de nuevo, después de lo que pasó, es porque quiero decirles que no está mal ser quien eres, y lo sé porque lo he escuchado durante toda mi vida, pero no es verdad.

Pecador | OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora