𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

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Contraataque; parte uno.
Eren Jaeger.
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Año 850
Día del atentado contra el titán hembra.
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Estaba allí, mirando a la nada en el borde de aquella cama. La temprana luz del día esclarecía la fría y amarga mañana que se avecinaba. Mis manos apretaban fuertemente el colchón, mientras que mis dientes lo hacían entre si, no podía dejar de sentir la gran impotencia que me abrazaba en este amanecer. Baje la cabeza. La duda me mataba, la duda de querer tener las respuestas a mi pregunta. ¿De donde venía realmente la raíz de un titán? ¿Por qué razón Annie y yo éramos iguales? Y la última, la pregunta que me estaba matando. ¿Por qué Annie querría llevarme con ella? Esa pregunta retumbaba en mi cabeza, quitándome el sueño e inclusive la fuerza para iniciar este día. Habría un contraataque, uno por el cual Erwin Smith estaba apostándolo todo sin saber que quizás, Annie podría ser inocente, pero es que, Armin nunca se equivocaba y se que jamás, haría una acusación hacia la chica que hacía tambalear sus piernas cuando pasaba frente a él. Solo tenía una opción. Pelear sin retroceder. Pero, tenía miedo. No podía denegar el simple hecho de que mis manos estaban temblando y por eso, apretaba fuertemente el colchón en donde dormía.

Me levante. Estaba ansioso, demasiado para una persona tan impulsiva como yo. Rondaba la habitación, merodeando como un cazador a su presa. ¿Por que estaba tan impactado? ¿Por qué me dolía tanto? Sentía una fuerte presión en el pecho que me hacía pensar solamente en Annie. De ninguna manera ella debería tener intenciones de hacerme daño, porque aunque no fuimos tan cercanos, no recuerdo que nos lleváramos mal en lo absoluto, incluso, estaba dispuesta a enseñarme cómo pelear de la misma manera en que ella lo hacía. Y es que, ¿como no pude darme cuenta que era ella? Desde un principio sus movimientos eran tan familiares y conocidos para mi, que quizás el deseo tan imponente de querer destruir a la mayoría de los titanes, me hizo cegar cuando justamente, aniquilo a todo ese escuadrón que estaba dispuesto a salvarme sin importar el costo. Suspire, necesitaba aire, necesitaba respirar hondo, por lo cual abrí la puerta de mi habitación para salir, viendo los pasillos alargados y un gran silencio, hasta que claramente los pasos de un lado del pasillo me hicieron mirar para poder notar la presencia de aquella chica con cabellera rubia.

—¿Gianna?—su nombre sobresalió de una manera suave de mis labios, viendo como ella con su uniforme de la legión y cabello amarrado junto a la finta azulada, se giró lentamente para verme, como si se asombrara.—¿A donde vas?—le pregunté cuando vi su verdosa capa, ella aún me miraba con el mismo semblante, ¿por qué estaba tan sorprendida de que la hubiera encontrado a punto de irse? Quizás la verdad siempre estuvo ahí, pero no fui capaz de entender que ella quería salvar a alguien, como yo quería salvarla a ella.

—Eren.—me llamo, mientras que camine hacia ella, resonando mis pisadas en el pasillo.—¿Qué haces despierto?—me preguntó, evadiendo mi pregunta anterior.—Se suponía que descansaras lo suficiente. Hoy saldrás con la legión.—añadió, con esa voz fría, pero a su ves, tan sutil.

—¿Tú no vendrás?—sin responder, tomando el mismo tono de actitud que ella utilizó conmigo, me quede mirando sus azulados ojos.

—No lo creo.—indicó, dejándome desconcertado, pues físicamente ya ella no lucía tan mal y apuesto lo que sea, que el capitán Levi la adiestró para que ella esté junto a nosotros en el día de hoy, donde el comandante Erwin junto a Armin, ingeniaron un posible plan para contraer al titán hembra en las manos de la legión.—Debo irme.—musitó, con la intención de darme la espalda, impulsivamente lo impedí, llevando mi mano hasta su brazo.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora