𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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El día que desee no haberte conocido.
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Año 850
Días antes de la restauración al muro María.
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Parpadeé varias veces, para así sentarme en la cama a restregar mis ojos soñolientos. Quedando en el borde, mis manos sostuvieron mi peso para ver cómo los rayos del sol se adentraban por la ventana. Estaba exhausto. Estos últimos días habíamos estado en leves reuniones comunicativas, donde repasábamos sobre el plan de la restauración de la muralla María. Me levante de la cama, estirando mi cuerpo. Aún no podía creerlo, el hecho de estar tan cerca de la verdad y de mi hogar, era inevitable sentir que no era un sueño. Han pasado cinco años desde la última vez que estuve ahí y los amargos recuerdos me perseguían como una cadena perpetua. Eran tan pesadas que cada paso que daba me hacía recordar la tragedia que vivía entristeciendo mi corazón hasta agonizar en las noches oscuras y frías, donde la mente no se callaba. Me vestí, debía continuar con las reuniones y consultas, donde nos enseñaban la proporción de una nueva arma recreada por la sargento.

Ella se entusiasmaba por las cosas nuevas. Era una gran mujer, la respetaba y estimaba como a mis demás supervisores, sin ellos no pudiera entender o explorar este poder que llevo en mi. La mayoría de los soldados le oían, lo hacían con atención mientras ella probaba las armas. Eran como si lanzáramos unos relámpagos y estaba a base de utilizar contra cualquiera enemigo que se nos presentará. Era un haz bajo la manga. Había un grupo entrenando, otro probando las armas y los demás recreando estrategias. El escuadrón de operaciones especiales estaba en las tres, siendo supervisados por el capitán Levi quien estaría a cargo de la única disposición de un estuché conjunto una jeringa. La misma fue obtenida por el destripador, Kenny Ackerman. Les daría una oportunidad de robar un poder titánico si fuera necesario, como también de salvar a alguien. Mientras les oía, veía de reojo como Gianna estaba parada en el margen de la puerta, oyendo. Su semblante se denotaba cada día más decaído. La miré, pero ella tan solo se despegó de la puerta y se fue.

—Amigo, ¿estás bien?—me preguntó Armin cuando salimos de la habitación de reuniones.

—Si, es solo que... —no respondí, pues cuando caminamos por el pasillo, logré ver desde aquí a Gianna recostando su peso en una columna.

—Eren, hay que ir a medir el peso de los lanza relámpagos.—dijo Mikasa, colocando su mano en mi hombro cuando me vio detener en seco.

—Déjalo Mikasa. No es un niño.—interfirió Jean en una voz sutil, podía parecer celoso.

—Estoy alucinando, ¿o acaso Jean acaba de apoyar a Eren?—se preguntó Armin cuando me aislé de ellos, encaminándome hacia Gianna.

—Están muy confiados de ir ahí, como si resultara ser fácil.—musitó ella, sin mirarme.

—¿Estás preocupada por eso?—le pregunté, viendo a mis amigos pasar al patio, ellos nos miraba de una manera bastante curiosa.

—Estoy preocupada porque se les están olvidando muchas cosas. El hecho de que Erwin haga apuestas arriesgadas que solemos ganar, no significa que esta vez sea así.—comentó fría.

—Por eso nos estamos preparando.—justifique, para ver al capitán Levi pasar al patio.

—Oí que la sargento piensa enviarte solo en la primera línea. No estoy de acuerdo.—me dijo, mirando a otro punto fijo cuando el capitán Levi dirigió su mirada acá.

—No te preocupes por eso.—pedí, acariciando su cabello, colocando un flequillo detrás de la oreja.—Todo estará bien, ¿o no?—pregunté.

—Tengo que hablar con ella.—dijo, aislándose de la columna, pero antes de que se fuera apreté su brazo con fuerza para retenerla desconcertado.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now