𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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────────────────────────El amanecer de ShingaShina; parte uno

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El amanecer de ShingaShina; parte uno.
Omnisciente.
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Año 850
Día de la restauración al muro María.
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Ellos lo veían. Estaban a una distancia donde visualmente podían ser capaces de ver aquel muro que no creyeron tener la oportunidad de volver a ver. Por años, la mayoría de los que se encontraban ahí habían soñado con esa restauración, buscaban limpiar de manera honorable la élite que había desilusionado a muchos espectadores que crecieron admirándolos. Ahora no era un sueño, era una realidad entre las manos que deberían manejar correctamente para que no se convirtiera en una vil pesadilla de la que no podrían escapar. La legión de exploración cabalgó toda el día anterior hacia este lugar, sin descanso algunos los soldados se mantenían en alerta y entre ellos, Eren. Para él, como para Armin y Mikasa era irreal el estar tan cerca de lo que fue su hogar. Aún así, eso no les impedía sentir miedo, porque las manos de Armin le temblaban cada vez que se acercaban más al muro y sin dejar atrás, Eren no podía evitar pensar lo que podría habitar allí, además de los recuerdos pasados que lo torturaron por cinco malditos años.

—¡Todos estén alerta; pueden haber titanes ocultos, en este momento comienza la operación!—se oía el llamado del comandante Erwin.—¡Cambien el equipo de maniobras tridimensionales!—exigió él, en medio de la adrenalina que lo entrelazaba con los demás.

Eren estuvo atento. Como los cien soldados que le acompañaban, cambió su postura para poder utilizar el equipo de maniobras tridimensionales. Entre los soldados, Eren se mantenía encapuchado como cada uno de ellos, pues pretendían crear una barrera de seguridad para que los enemigos no pudieran ser capaces de distinguir a Eren. Él dirigió su mirada a sus compañeros, cada uno de ellos se levantaron encima del caballo con un balance perfecto. Eren copió ese movimiento, dirigiéndose detrás de Mikasa en cuanto se impulsaron con el gas hacia el suelo del muro que no tardaron en pisar. Conjunto a otros soldados, Eren encaminó el cimiento del muro sin poder acoplarse a eso. Soltó una bocanada de aire, en medio del cielo grisáceo Eren veía las grandes calles de su distrito. Parecía ser un sueño lejano, pero Eren realmente estaba ahí, observando con detenimiento el desierto frío que se había convertido cada acera de su querido hogar. Sentía esa presión en su pecho, esa fuerte presión que vivió con él desde hace cinco años. Al fin ellos tres estaban ahí.

—¡No te detengas, ve rápido a la puerta exterior!—le pidió el capitán Levi a Eren, intentando de enfocarlo en su objetivo.

Debían sellar dos puertas. Tanto la interna como la externa, tenían que retener a los titanes que yacían por ahí, los que parecían no estar presentes y eso, era más alarmante que cualquier otra cosa. Las manos de Eren dejaron de temblar, encaminándose detrás del capitán Levi, Armin se retuvo cuando pareció hallar una pista que podía acercarlos a sus enemigos. Eren no dio paso atrás. Se retenía de los muros, utilizando su equipo de maniobras tridimensionales, intentando de seguirle el paso al capitán, quien iba adelante con un semblante inexpresivo que esclarecía su pesadez. Todos tenían algo por lo cual seguir avanzando, pero ese día, Eren y el capitán Levi no podían dejar de pensar si Gianna estaría entre la oscuridad de esa sabana donas casas. Ante eso, Eren no podía dejar de ver el lugar donde vivían, habían dejado todo atrás hace cinco años y esperaban que pudieran encontrar el sótano de su casa intacto. Él no tardó en examinar a Mikasa, Eren sentía que todo estaba bien, que había una probabilidad de que recuperaran su hogar. Las bengalas verdosas hicieron aclamar que la misión continuaba, encima del muro, el capitán y la sargento esperaban con ansias el avance.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora