𝐨𝐧𝐜𝐞

1.7K 209 116
                                    

────────────────────────
Siempre habrá un día.
Eren Jaeger.
────────────────────────
Año 850
Días antes de la 57º expedición.
────────────────────────

Caminaba bajo el atardecer. Luego de un arduo día, donde recreamos y nos organizamos de nuestra ubicación en la próxima 57º salida para la legión, mantenía mi vista adelante, cabalgando mi caballo. El escuadrón de operaciones especiales tendría una ubicación que sería obsoleta para los demás, en conclusión, solo nosotros y el comandante Erwin Smith sería consiente de nuestra ubicación. Aún, no podía entender el propósito de dicha estrategia, solo se que me dejaba llevar los las experiencias de los veteranos que me guiaban. Caminando, podía ver cómo el capitán Levi acariciaba a su caballo en la lejanía del establo. Parecía bastante celoso con las personas que se acercaban a su caballo, ya que él sin duda, también tenía mucha preservación en los animales. Aún lado de su caballo, veía como fielmente Gianna se mantenía con él. Parecía ser, que llevaban una charla de la que no podía escuchar. Realmente, esperaba que no me vieran, porque suponía que esté limpiando el establo con supervisión de Autuo, pero él no estaba mirándome desde hace un buen rato. Aún así, olvidé mis pensamientos egoístas. No entendía mi impulso de querer tener tanta cercanía con ella, tampoco las emociones tan intensas y profundas que jugaban en mi mente cuando estaba Gianna cerca de mi.

Me detuve. Deje de limpiar. Respire hondo, sosteniendo la pala, para recostar mi peso en ella. No sé cuánto ha pasado, pero se que ha pasado tiempo desde la graduación de reclutas. Había logrado algo, no era muy grande, pero si algo. Aún no estaba acostumbrado, a estar lejos de mis amigos o a entender lo que sucedía conmigo. Era difícil entenderlo, difícil no recordar lo que mi padre debió hablar conmigo el día en que me dio esta llave. ¿Donde estaba? Me lo preguntaba, cada día me preguntaba su paradero. Aunque, lo más que me dolía recordar era que no estuvo ahí, no estuvo ese día. ¿Por qué? ¿Por qué nos dejó? Nuevamente respire hondo, no quería que la impotencia vagaré en mis sentimientos más profundos, pero era inevitable no pensar en que ese día, todo pudo haber sido diferente si él se hubiese quedado ahí. ¿Hubiéramos salvado a nuestra madre? ¿Ella estaría viva? De ser así, este dolor agonizante ya no estaría caminando conmigo. Ya el vacío no sería mi sombra. Su ausencia, ya no me perturbaría en las pesadillas. Mamá, no sabes cuanto te extraño. Me duele saber que ese día, todo pudo haber sido diferente para nosotros. El destino que se me fue sellado, pudo haber sido más fácil, de lo que es este destino tan cruel. Me duele, pensarte, me duele mamá.

—Si el capitán Levi ve que no has terminado de limpiar, estará muy molesto.—desvíe mis pensamientos, girándome para observar cómo Gianna me miraba detenidamente.—Lo entiendes, ¿no es así?—me preguntó.

—Si, así es.—respondí en un tono bajo, distanciándome de la pala para continuar limpiando la suciedad pegada en el suelo.

—Déjame ayudarte.—su mano apretó el palo de la pala, donde rozó con mi mano, levante la mirada para ver sus azulados ojos mirarme.—Eren, se que estás exhausto. Permítele ayudarte.—pidió en su voz tan fría, pero denegué.

—Primero, vayamos a tomar algo. Y luego, puedes ayudarme aquí. ¿Si?—le pregunté, ella asintió seriamente, por lo cual deje la pala allí, para caminar junto a ella.—Quisiera, que luego me ayudaras a entrenar.—musité, viéndola, hasta que al salir del establo, pude ver la fila de cadetes donde sentí como el aire se me fue cuando pude reconocer a cada uno de mis amigos, entre ellos, Armin y Mikasa.—Ah, no puede ser, son ellos.—dije, mirando aún lado de mi como Auruo bebía de una taza, recostado de la pared.—Señor Auruo, ¿puedo ir hablar con ellos un momento? Son mis amigos.—le decía aquel molesto hombre.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now