𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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Se valiente; parte uno.
Eren Jaeger.
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Año 850
Muro Ovrud.
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Recibía la brisa cálida que me hacía sentir el cuerpo caluroso. El día soleado se añadía a la temperatura pegajosa que me hacía malhumorar en medio del muro donde yacía parado, viendo la monstruosidad de aquel titán acercarse a rastras. Habíamos llegado primero que él, luego de que utilizara la nueva habilidad de coraza que adquirí en las tierras del mismo hombre que portaba el titán anormal que veía desde aquí con recelo. Respire hondo, girando mi mirada para ver cómo los soldados recorrían el muro en busca de contraatacar. Entre ellos podía ver a mis compañeros más cercanos, los mismos que se establecieron conmigo en aquel infierno subterráneo. Por un momento me avergonzaba, pensar en cómo mis emociones decayeron en la desesperanza me avergonzaba tanto al nivel de no poder levantar la cabeza cuando me hablaban. La brisa removía mi cabello, no entendía la pesadez que había en mi. Me sentía abatido y lo único que había en mi mente era la fría imagen de mi padre aplastando los cuerpos de esos niños. Baje la cabeza, mirando mis zapatos, llevando mis manos hasta mis ojos para restregarlos. No quería ver esa imagen más.

—Eren.—me giré para ver a Gianna aún lado de mi, ella miraba al titán.

—Creo que no está funcionando.—le dije, notándola preocupada ante la desventaja.

—No, no es eso.—dijo ella, aún cabizbaja sin mirarme, se veía extraña y por un momento vi como ella miró algún punto, haciéndome girar para ver al capitán Levi establecerse aún lado de mi, lo cual hizo que ella mirara adelante.

—Y bien, ¿funcionó?—preguntó el comandante Erwin, estableciéndose aún lado de mí con los demás, veíamos el ataque de los cañones contra el titán anormal de Rod Reiss.

—¡¡Fuego!!—exclamaron unos soldados en la primera línea del suelo, lanzando más ataques cuando notaron como el titán aún se movía.

—Los cañones de tierra resultaron menos efectivos.—comentó el comandante Erwin.

—Naturalmente. Ni siquiera los de la muralla le dieron en la nuca, ¿qué esperabas?—le preguntó el capitán Levi en un tono lleno de sarcasmo.

—Tenemos una mezcla de soldados y cañones, y una organización sin liderazgo firme en una zona norteña. Los soldados de aquí no tienen experiencia en combate, pero es lo mejor que pudimos reunir en tan poco tiempo.—calificaba el comandante con detalle, mirando el ambiente.

—Si, lo se. Al fin y al cabo la estrategia de la legión de exploración vuelve hacer una apuesta, ¿no es así? Es la única idea que se te ocurre.—afirmó el capitán Levi, a quien mire de reojo, pues yacía aún lado de mi, pero más bajo.

—¡Erwin, mira lo que traje!—exclamó la sargento Hange, a quien me giré para ver con su mano vendada; nos alentaron a ir, pero a excepción de todos Gianna pareció inclinar su cabeza.

—¿Qué tienes?—le pregunté, acercándome a ella mientras que coloqué mi mano en su espalda baja, notando que algo le molestaba.

—Me duele la cabeza.—dijo, aún cabizbaja fruncía su ceño, se veía adolorida por eso.

—Oigan mocosos, andando. Los amoríos para después, a menos que quieran morir.—comentó el capitán Levi, viéndonos, pero aún así Gianna no se movió, me aislé pero la procuré.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now