𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

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Contraataque; parte dos.
Eren Jaeger.
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Año 850
Día del atentado contra el titán hembra.
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El sol se pegaba intensamente a mi piel, manteniéndome cabizbajo y cubriendo todo mi rostro con la verdosa capucha que provenía de la capa. Adentrados en Stohess, las líneas de la élite yacían separadas e infiltradas por varias secciones del distrito en donde la armada policial de Annie, se establecía. Mis manos sudaban, la ausencia de Armin ante su inicio de plan, me tenía retenido en este caluroso callejón, donde Mikasa mantenía un semblante serio y posición firme. Ella era y sería la única capaz de no desistir a sus decisiones, por ende, tenía claro que Mikasa era la persona adecuada para acompañarnos en esta misión, ella nunca caería ante ningún enemigo y menos si implicaba el hecho de que me hicieran daño. Aunque me costara aceptarlo, Mikasa tenía el poder suficiente para defender mi postura, más que a mi mismo. Ella levantó su mirada, observándome con sus grisáceos azulados ojos. Examino mi semblante, notaba que estaba nervioso. Intentaba relajarme, cubriéndome de su mirada tan penetrante, pero era inevitable no esclarecer que eran esos sentimientos los que sentía. Fruncí el ceño, llevando la mano a mi rostro, dándome un palmado fuerte en la frente.

—¿Cuánto tardará Armin?—me pregunté en un tono alto, respirando hondo, Mikasa se mantenía serena, nada parecido a cómo yo me mantenía.

—Annie es una persona muy difícil de convencer. Armin debe persuadirla de la manera correcta para que crea que la necesitamos. Sin Armin, no podremos atraerla, cálmate, Eren.—me pidió ella.

—¿Tú crees que realmente sea ella?—le pregunté, notando como me miró con su seria expresión.

—No me importa si sea ella o no. Lo único que me importa es mantenerte a salvo. No me quita nada que sea ella, Annie nunca fue mi amiga.—esclareció, sin esa importancia en su expresar.

—Si, es cierto, pero quizás para mí se sintió como si ella y yo lo fuéramos.—musité, mirando al suelo, pensando en cómo Annie me estrechaba su mano en la base de reclutas para levantarme, si realmente deseo verme caído, no me hubiera levantado.

—Aquí vienen. Eren, cambia tu semblante, por favor.—me pidió Mikasa e instantáneamente, me giré de una manera brusca ante las pisadas que escuché y no supe que cara poner, cuando los ojos de Annie y los míos se cruzaron.—Andando.—me alentó Mikasa a caminar, pero algo extraño había notado en Annie, sus nudillos estaban rojizos y eso, se veía reciente.

—¿Peleando con ladrones?—le pregunté, intentando de que mi voz resonara normal, ella se giró para verme en el andar, ocultando sus manos de mi vista, ¿con quién habría peleado Annie? Y esa, era otra respuesta que sabía, pero aún no era muy obvio para entenderlo.—Esto fue, mucho más fácil de lo que pensaba.—comente, mirando alrededor, mientras que Mikasa pidió silencio.—Como es de esperarse, la policía militar trabaja demasiado duro día tras día. Solo esperemos que no vayan a descubrir a Jean, el engaño no durará mucho. Somos muy diferentes, no nos parecemos en nada.—indique, incómodo, para ver cómo Armin se giró, mirándome.

—No te preocupes por eso, ambos tienen cara de criminales y un destello vil en sus ojos.—comentó, haciéndome ofender por eso.

—¡Cállate! Ese tipo tiene cara de caballo.—dije, mirándolo detenidamente por su ofensivo comentario.

—Oigan, si no hubiera decidido ayudarlo, díganme, ¿como pensaban cruzar la muralla?—se preguntó Annie, girándose para mirarnos.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now