𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐞𝐢𝐬

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────────────────────────Lo que dejo tu mentira

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Lo que dejo tu mentira.
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Año 850
Un día para la restauración al muro María.
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Mis manos temblorosas se retenían en aquel lavado. Las lágrimas se me escapaban sin parpadear, era como si hubiera perdido control de mi cuerpo, como de mis emociones por completo. Negaba impotente. A penas habían pasado un día de lo sucedido, pero ardía como en el momento que lo supe. Apretaba mis labios con fuerza, los mordía para evitar sollozar hasta que las gotas de saliva caían en el levado conjunto las lágrimas por el intento de evadir mi llanto. Quería calmarme, pero cuando más lo intentaba, más la impotencia me cegaba hasta oscurecerme. El temor empezaba a mezclarse, al igual que los nervios. He pasado tanto para llegar aquí, que no sabía como poder continuar después de este balde de agua fría que cayó en mi por completo. Desde que inicie este propósito, todo lo que he amado, se me ha ido por las manos en un momento. Restregué mis ojos. Estaba exhausto. No tenía energía, tampoco ganas para nada, pero debía estar presente en cualquier punto, porque era yo en quienes creían las demás personas.

Me lance en aquel sofá, quedando sentado aún lado de Mikasa. Los chicos estaban aquí. Ellos hablaban, pero cuando podían me miraban intentando de descifrar mi sentir, solo se que les evadía como cada una de las imágenes de Gianna que llegaban a mi mente, porque sin duda alguna, ellos estaban igual de desconcertados que yo e intentaba de no preguntarme el que estuviera sucediendo con ella mientras estábamos aquí. Respiraba, tan solo respiraba. Miraba detenidamente el suelo, era como si me perdiera en sus bordes por completo. Estaba sentado en aquel sofá, no oía nada, solo un silencio emergiendo desde la oscuridad que solo podía ver. Era extraño. No sabía cómo explicar lo que sentía en este momento, solo se que aunque la brisa se adentrara por la ventana abierta, nada me brindaba armonía en la tormenta emocional que me mantenía en este estado de ruptura conmigo mismo. Quería descansar, al menos un poco. Sabía que mañana sería importante, pero más importante para mi hubiese sido el haber sabido la mentira en la que estaba viviendo antes.

—Chicos.—levante la mirada, para así ver a Connie cabizbajo, entrelazado de manos.—¿Realmente no vamos hablar sobre lo que sucedió ayer?—se preguntó él, dejando silencio entre los demás, quienes lo miraron fijamente.

—No Connie, no creo que sea necesario.—respondió Jean, quien se veía desanimado.—Debemos enfocarnos en que mañana restauraremos el muro María, luego de eso, nada importará.—añadió Jean, arqueando su espalda en el sofá donde estaba sentado Connie y Armin.

—Ella habló de Marco...

—No sabemos si decía la verdad.—interrumpió Jean, viéndose reacio con el tema, mientras que por un momento me espero, como si esperara algún tipo de reacción hacia mi, pero no lo hice.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now