𝐝𝐨𝐜𝐞

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Titán hembra; parte uno.
Gianna Galliard.
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Año 850
Horas después de la 57º expedición.
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La brisa fresca removía mi largo cabello rubio. Mis manos sostenían fuertemente el azulado listón, mientras que también flotaba con el viento, yo estaba parada en aquel verdoso césped, viendo la línea de cuerpos tapados que estaban recostados en este. Sus sábanas, estaban manchadas de sangre, igual que mi rostro y uniforme. Había pasado rato desde que salimos del bosque de los árboles gigantes, aún así, las imágenes se repetían una y otra ves en una secuencia de patrón que me consumía por dentro. Cabizbaja, miraba los cuerpos deformes por el brutal golpe que aquel titán les dio. En este estado, me empezaba a sentir enferma, pero era el cargo de conciencia mortificándome lentamente. Deseaba poder tapar mis oídos, pero el costo de mis acciones fue tan alto, que no podía dejar de escuchar esos gritos agonizantes en busca de ayuda. Mis labios se apretaban, mientras que mis manos temblaban. Cerré el puño, sintiendo como la uña se plasmaba en la palma de mi mano, haciéndome sentir dolor. Lleve mi mano al rostro, tapándome de la iluminación, de la fea realidad en la que estaba. Su cuerpo chocando contra el tronco del árbol, el otro siendo aplastado, todas sus muertes se repetían. No me dejaban pensar con claridad.

Apreté fuertemente el listón. Varios soldados paseaban por el área, mientras pensaba en todos los cuerpos que dejamos atrás, inclusive, el de mis compañeros. No era una tragedia. Era una injusticia, pero mi semblante cegado y egoísta me hacía pensar que eran merecedores de este caos en el que estaban empezando a vivir. Mi pecho continuaba apretado, lamentando que hayan tenido que ser ellos, pero así fue y así continuara siendo. Siempre será alguien que no quiera que sea, pero es la única manera de seguir avanzando, es la única manera donde podré volver a mi amado hogar. Me giré, levantando mi mirada para ver aquel hombre allí, postrado con frialdad frente a ese cuartel, en donde las líneas de soldados muertos continuaban sumándose. El semblante del capitán Levi estaba serio, decaído en la miseria que estaba sintiendo. Su mirada ni siquiera se acercaba a la mía, era como si nada estuviera ahí alrededor de él, solo su pensar y sus frágiles emocionales que se esclarecían en su semblante. Aún así, él estaba parado, viendo los restantes cuerpos de sus compañeros. En medio de ese bullicio de soldados, empecé a caminar con prisa cuando noté aquel joven caminar atrás del cuartel, sosteniendo unas carretas.

—Gianna... —evadí su suave llamado en cuanto se percató de mi presencia detrás del cuartel, donde nadie nos miraría, no pude evitar ignorar a Berthold, me abalancé sobre Reiner y lleve su cuerpo bruscamente contra la pared.

—¿En qué carajos estaban pensando?—le pregunté, mi brazo estaba en su cuello, no podía dejarlo respirar ni sacarse de mi agarre tan fácilmente como quería hacer.

—No has hecho nada, desde que llegamos aquí, no has hecho nada... —me decía entrecortadamente.—Hemos pasado tres años rodeados de idiotas... tenemos que cumplir con nuestro deber... —continuaba diciendo, haciéndome apretar mi brazo fuertemente contra su cuello.

—Porque me muevo entre las sombras, no como ustedes.—justifique mis acciones, mirándolo fijamente a los ojos.—Dejaron ver sus posiciones, los descubrirán, no saben cómo actúan estas personas. No solo son unos demonios, Reiner.—advertía, fríamente con mi tono de voz serio y cortante.—Son astutos, piensan. A diferencia de ti.—acuse, notando la seriedad en su rostro.

—Suéltame.—me pedía, intentando soltarse de mi agarre, pero no lo permitía, estaba enojada.

—Mi hermano no murió en vano hijo de puta. Obedece mis órdenes, o dejaré que te maten.—masculle, soltándolo para déjale buscar el aire, viéndolo inclinarse en el suelo.—De igual manera, tú vida me importa una mierda.—indique, viéndome con desprecio y odio, uno que solo mi podrido corazón podía entender.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now