𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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────────────────────────La verdad tras la sangre

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La verdad tras la sangre.
Omnisciente.
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Año 850
Horas después del secuestro de
Eren, Historia y Gianna.
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Eren se removía. Estaba soñoliento y sentía la pesadez en todo su cuerpo, el cual notó retenido. Asustado abrió sus ojos grandemente, viendo como sus manos yacían atadas en cadenas como sus pies. Desistió de moverse mientras veía su alrededor, estaba en un lugar que no había conocido, pero que sentía el haber estado ahí. Era confuso, una nube gris cegaba sus recuerdos. El lugar era cristalino, sus columnas eran altas y con púas, aunque algunas levantaban el terreno. Estaba confundido, lo último que recordaba era oír los gritos de sus amigos exclamando su nombre y luego de eso, la pesadez invadió tanto sus párpados que quedó dormido. Aunque venían imágenes a su mente donde Historia abrazaba a un hombre desconocido, el cual aclamaba como su padre. Eren lo entendía, de a poco, pero lograba entender en la posición que se encontraba. Y lo más tonto que pensó fue, en los azulados ojos de Gianna. Su boca estaba en una mordaza, la saliva pasaba por su lado. ¿Por qué en una situación tan tensa cómo está pensaría en la chica que le gustaba? Su estómago se volvió una feroz jaula de mariposas que calmaban su miedo, como si se refugiara en lo que ella le hacía sentir para sentirse seguro.

Lo que Eren no sabía es que arriba de esos cimientos, donde su entrada yacía en el sótano de una vieja iglesia, se encontraba Gianna. La sensación de sentirla cerca, no era por un sentimiento, si no por el fuerte vínculo que tenían. Gianna tenía sus ojos vendados, ella no se movía, pues sus brazos estaban retenidos hacia arriba, amarrados en una soga que rasgaba su piel. La joven de cabello rubio alargado mantenía la calma, su respiración era neutral mientras intentaba de desvanecer en su mente el dolor que habitaba en su brazo derecho. Llevaba de pie muchas horas, aunque la mitad inconsciente. Estaba exhausta, quería sentarse y desenvolver esas sogas que retenían sus brazos, mientras que la oscuridad la abrazaba por completo, era observada por el mismo diablo que la trajo hasta ahí. Él estiró una silla de madera la cual colocó frente a Gianna, se sentó de una manera tab clásica que parecía burlarse de la situación. Ella tenía el cabello suelto y de sus fosas nasales sobresalía sangre, aunque ya estaba secándose, habían aún gotas manchando la madera del suelo cubierta de polvo.

—Bien, hora de despertar.—indicó Kenny cuando le desprendió bruscamente el vendaje a Gianna, quien se quedó cabizbaja, con sumo exhausto.—¿Cómoda?—le preguntó, para así ver cómo Gianna miraba todo a su alrededor, confusa.

—¿Dónde estamos?—cuestiono ella con una reacia voz, mirándolo detenidamente.

—No muy cerca para que puedas usar eso.—respondió Kenny, señalando en la pared el equipo de maniobras tridimensionales.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now