𝐨𝐜𝐡𝐨

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Un juicio de esperanza.
Eren Jaeger
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Año 850
Día del juicio.
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No sabía cuántos días habían pasado, solo se que pasaban lentamente por delante de mi. La preocupación me abrumaba junto a la agonía de estar encerrado en este lugar tan sombrío. Deseaba sentir la ventisca fresca de un soleado día, aunque fuera uno triste y vago, no deseaba estar aquí encerrado. Nunca lo acepté, el hecho de que privaran mi libertad, era algo que seguía repugnándome. Solo quería, salir de aquí. Estaba desesperado por saber sobre mis amigos. Los tenía en mi mente, a cada segundo y momento. Armin y Mikasa debían estar igual de preocupados de mi, que yo por ellos. Deseaba verlos, poder abrazarlos para dejar de sentir solo. Levante la vista, ya no miraba mis manos, solo observe cómo los policías militares se distanciaron de los barrotes, dándole paso a esa chica. Sus azulados ojos me miraron detenidamente, dejándome helado y sin suspiros. Ella portaba ese uniforme, donde las alas de la libertad la abrazaban. Su cabello rubio estaba amarrado en una coleta baja en conjunto de un azulado listón. Me examino, de pies a cabeza como había hecho ese día donde nos vimos. ¿Ella sabría? No, no podía ser igual a mi. Ella no debía sentir que me conocía, pero, ¿y si esa era la razón por la cual estaba ahí mirándome con tanto detenimiento que me hacía palpitar el corazón con rapidez?

—¿Tú eres Eren, verdad? ¿Estás bien, ya comiste?—me sobresalte, viendo a esa mujer de anteojos mirarme asombrada, su cabello castaño estaba amarrado; me había bloqueado la vista de la joven chica.—Perdóname por hacerte esperar, pero creo que ya estamos a un paso para sacarte. Por ahora, deberías usar esto. ¿De acuerdo?—me preguntó, mientras que vi como estaba acompañada de un alto rubio hombre con bellos faciales en el mentón.

—Si... —respondí, aceptando las esposas que ella me pasó entre medio de los barrotes, los cuales me coloqué en una queja por la incomodidad del poco espacio que había.

—Bien, buen chico. Ahora, vámonos.—la miré, ella deslizó la puerta de la celda, dándome el acceso de levantarme, todo mi cuerpo se estiró con gran comodidad, pero aún así los policías militares no tardaron en mantenerme acorralado.

—¿El comandante Erwin Smith los envío?—pregunté curioso, sobresaliendo de aquel frío calabazo al que esperaba no volver más.—¿Señorita...

—Soy líder de la cuarta división de la legión de exploración, Hange Zoë.—me respondió ella, pero me arqueé por completo ante el hombre aún lado de mi, empezaba a olerme de una manera rara.—Él también pertenece a esa división, Mike Zacharias.—lo presento, incómodamente sentía su nariz rozando con mi piel.

—Oiga.—le llame temerario por su comportamiento, visualizando cómo la joven chica delante de mi nos observó de reojo.

—Oh, tiene la costumbre de oler a la gente que acaba de conocer. Y después hace una sonrisa extraña, aunque en realidad no sé lo que signifique. A pesar de eso es bastante competente para ser un teniente.—expresaba ella, él dejó de olerme, sonriendo mientras que frunció el ceño, mirando adelante.

—¿Estás bien niña? ¿Por qué tan callada?—su gruesa voz se dirigió a la joven chica adelante, ella cruzada de brazos continuó caminando sin decir nada.

—Claro, casi se me pasa... —la líder de aquella división se enganchó encima de la joven, quien se vio pasmada e incómoda.—Eren Jaeger, te presento a nuestra honorable cadete, Gianna Galliard. Esta excepcional chica forma parte de la división de operaciones, liderada por Levi.—detenidas en seco, giró su cuerpo para que nos miráramos, pero ella tenía su mirada en el suelo. Gianna, su nombre retumbaba en mi oído, como si hubiese sido escrito para ella. —Si su silencio te perturba, esta bien, ella no habla. Lo cual es una pena, me encantaría tanto escuchar su voz. Debe ser, ¡tan angelical!—indico, pero la joven la apartó incómoda, para seguir caminando.—¡Ay perdón, solo hablamos de cosas banales! Bueno, ya estamos aquí. Oye no te preocupes, creo que lo mejor es que no te explique nada.—me quede tenso, los policías militares me empujaban dentro del interior de aquella puerta que Hange abrió.

𝐒𝐎𝐔𝐋𝐒 ── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now