I: El Inicio

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En medio de aquel jardín cubierto por el suave pasto, se encontraba una joven miko bajo la luz de la luna llena, de rodillas en el suelo, presionando en su pecho la perla de Shikon, aún con los ojos cerrados podía sentir todo lo que había a su alrededor. El sonido del viento, como éste mecía el pasto y las hojas suavemente, el aleteo de las luciérnagas que se encontraban a su alrededor, y casi podría jurar, que escuchaba el llamado de la luna.
Mantener la perla purificada era un trabajo que requería de su energía en grandes cantidades, por eso escogía esta noche de todos los meses para realizar el ritual, la primera noche de luna llena, está le brindaba su más pura energía para así mantener a raya la maldad que predominaba dentro de la perla.

¿Pero como fue que acabo aquí?Hace cuatro años tras la derrota de Naraku, ella no pudo volver a su hogar, quedó atrapada en este mundo arcaico y como si fuera poco, la perla quedo a su cuidado. Pensó que con el deseo correcto está desaparecería, pero no fue así.
Ella deseo que Kikyo volviera a la vida, para que su amado fuera feliz junto a la mujer que el amaba, aun que eso significará que ella quedará sola. Y funcionó, ella volvió a la vida como una mujer normal, y ellos formaron la vida que tanto anhelaban.

¿Y ella? Es ahora la esclava que debe cuidar la perla. Pero puede vivir con esa labor, es lo suficientemente fuerte para hacerlo.
Un año después de que la guerra con Naraku terminará, ella decidió que se marcharía del pueblo de Kaede, estar allí con la perla era demasiado peligroso para todos, Sango y Miroku habían dado la bienvenida al mundo a dos preciosas gemelas, e InuYasha y Kikyo igualmente le dieron la bienvenida a su primer hijo.

Ella ya no pintaba nada en ese lugar, solo traería problemas innecesarios, y sus amigos merecían un poco de paz. Se marchó del pueblo a pesar de las quejas y súplicas de sus amigos para que no lo hiciera, se armó de valor, a sus 16 años, tomo su arco, sus flechas y sus pocas pertenencias para empezar de nuevo en lugar lejos de allí. Camino sola durante dos meses, durmiendo en el bosque y comiendo lo que pudiera casar, manteniéndose alejada de las aldeas, después de todo es lo mejor para todos, estaba convencida de que ella solo traería desgracias al que se le acercara.

Fue uno de esos días tranquilos en el que no había tenido que pelear que ocurrió. Se encontraba en un pequeño claro comiendo manzanas a la sombra de un árbol, frente a ella aterrizó con fuerte golpe el cadáver de un ogro, luego de que se disipó todo el polvo que este levanto en su caída vio descender con elegancia a Lord Sesshomaru, causando inevitablemente una gran sorpresa en ella, no pensó que volvería a verlo.

-Sesshomaru-Sama...

-Miko. -Este la miró con el señor fruncido.- ¿Que haces aquí?

-Solo tomo un pequeño descanso ¿Tu que haces aquí?

-Estas en mis tierras miko.- La sorpresa en su rostro fue evidente, no fue su intención invadir las tierras del Lord, ella simplemente de encontraba caminado sin rumbo alguno.

-Mil perdones Sesshomaru-Sama, yo no tenía idea de que estaba invadiendo sus tierras... Yo solo estoy de paso.

-Estas muy lejos de tu hogar para estar solo de paso ¿InuYasha?

-La joven mijo solo se encogió de hombros- Debe estar con su familia, yo ya no permanezco a su lado.- Hizo una pequeña pausa- Estoy por mi cuenta desde hace unos meses.- Este la miró intrigado, ha pasado un año desde la última vez que la vio, y el cambio en ella es muy notorio, físicamente no ha cambiado mucho, pero se nota que ahora es una mujer madura a pesar de que es una mocosa bastante joven.

-Es peligroso que viajes sola, aún que seas una miko, será difícil que te protejas siempre.

-Esta bien, ya me he acostumbrado, es mejor así.

El Pecado De tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora