IV: En un lugar lejano

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Lejos, demasiado lejos, se encontraba un ser al que los humanos llamarían "Todo Poderoso" sentado sobre su trono, viendo a través de su espejo como una frágil doncella de ojos azules lloraba desconsolada, pues su vida hasta ahora, había sido desdichada.- Si tanto solo estuvierais conmigo, mi dama."- apretó los puños con rabia, aún debe ser paciente, el tiempo está por llegar, y el portal pronto se abriría.

Se levanto de su trono dirigiéndose al balcón, afuera de ese lugar no había más nada, no había nadie, solo él, en ese árido mundo al borde del colapso, pero pronto ella estaría allí junto a él para llenarlo de vida, el la tendría no había duda.

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Ya no sabía cuánto tiempo llevaba lamentándose, se aferraba a fuertemente a sus rodillas mientras un mar de lágrimas corría desde sus ojos zafiros.- ¿Ahora que voy a hacer? - Se preguntaba una y otra vez.

Ya habían pasado dos meses desde que llegó al palacio de Inosuke, dos meses y hasta ahora nota el gran problema en el que se metió, ella conoce muy bien las costumbres arcaicas a las que se acostumbra en esta época, esto es considerado una falta de respeto, una deshonra, y lo más probable es que deba pagar con su vida, pero tarde o temprano debía afrontar la situación.

Con determinación de levanto limpiando sus lágrimas y salió de su habitación en busca de su prometido, aún recuerda el día en que la trajo aquí, el fue sin duda un hombre muy compresivo, en ningún momento la juzgó....

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-Mi lady, no te imaginas lo feliz que me hace que hayas aceptado mi propuesta.- La joven sonrío dulcemente, aunque en sus ojos había una gran tristeza que el joven Lord no podía ver.

-Inosuke, te e pedido vernos porque hay algo importante que debes saber...

-Mi preciosa luna ¿Ocurre algo malo?- El pánico se apoderó de el ¿Acaso estaría arrepentida de su decisión?

-Tengo que confesarte algo, promete que me escucharás antes de opinar- El joven Lord asintió, pues las ansias de saber que ocultaba lo empezaban a molestar- Antes de que llevarás aquí, yo estaba enamorada de un hombre.- solo esas palabras bastaron para quebrar más aún más su corazón- el se aprovecho de mi amor y luego me desecho, como si yo no valiera nada.- La miraba atento, pues podía ver las lágrimas que amenazaban con salir- y la razón por la que te sigo esto es porque se que en estos tiempos, la pureza de una mujer es muy importante, y debes saber que yo me entregué físicamente a el... Y si después de eso ya no deseas que yo sea tu esposa lo aceptaré.- Silencio, solo silencio durante algunos segundos que bien pudieron ser horas, se encontraban en los límites de las tierras pertenecientes a Sesshomaru, el frío de la noche le erizaba la piel, y la luz de la luna que empezaba a menguar parecía no ser suficiente para aclarar la confusión que la joven miko acaba de causar en el Lord.

-Mi preciosa luna...- dijo mientras acariciaba con dulzura su mejilla- No me importa tu pasado, solo deseo que tu futuro sea mío.- dejó un suave beso en los labios de la miko.- Y... Nunca vuelvas a insinuar que no eres una mujer pura, por qué tú mi luna, eres la pureza que le hace falta a este mundo manchado de sangre.- Ante estas palabras que llenaron de calidez su alma se unieron en fuerte abrazo, el la había aceptado, sin importarle que su honor allá sido mancillado, sin jusgarla. Y aún así, ella sabía muy en el fondo, que ella no amaba a ese hombre que le estaba entregando su corazón, a el que la recibió en su vida con todo. Su corazón pertenencia a Sesshomaru, a ese indolente, que no pudo aceptarla, solo por ser humana.

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Esa misma noche decidieron irse, Kagome no necesitaba el permiso de nadie para hacerlo, después de todo, Sesshomaru ya había escogido su camino, aunque ella quedaba lejos de esto, así pues, ella también decidió caminar.
Pero ahora sí camino era más confuso que nunca, no sabía que depararía el destino en tan solo unos minutos, estaba frente a la habitación de Inosuke, y el temor que sentía calaba cada parte de su cuerpo hasta lo más lo más profundo.

-¿Desea algo mi señora?.- Pregunto el guardia a la miko que desde hace unos minutos parecía inmovilizada.

-Abre las puertas.- extrañado por la frialdad de la miko que solía mantener una sonrisa en su rostro obedeció dándole paso a esta, cerró la.puwrta nuevamente luego de que la joven entrara, debía ocurrir algo serio para que actuará así.
Adentro de la habitación Kagome se encontraba sumamente nerviosa, Inosuke la miraba preocupado, podía notar sus ojos hinchados por llorar.

-¿Estás bien Kagome?

-Inosuke... Estoy embarazada...- Lo soltó sin más, no valía la pena darle vueltas al asunto, y no es algo que ella pueda ocultar.

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De encontraba en sus despacho, sentado sobre el piso con una botella de sake a punto de terminar, si tan solo tuviera la capacitación de emborracharse sería estupendo. Miraba el cielo nublado, al parecer la luna y las estrellas se negaban a mostrarse para el desde que permitió que Kagome se marchara, Pero ya no hay nada que hacer, el mantendría su decisión y su orgullo intactos.- ¿Sesshomaru?.-  Escucho que lo llamaba su prometida al otro lado de la puerta.- ¿Puedo pasar?

-Pasa.- Entro con cautela, haciendo una reverencia al Youkai que la veía por sobre su hombro con indiferencia, ella no es tonta, sabe perfectamente que el no la ama, ni siquiera le tiene aprecio, y para ser justos, ella tampoco alberga esos sentimientos hacia el, pero su clan decidió que este matrimonio era lo mejor, y ella haría lo mejor para su gente, aún a costas de su felicidad.

Se sentó cerca con una gran sonrisa en el rostro.

-Mi señor, ha llegado un mensaje de mi hermano, nos invita a una gran celebración en nuestro palacio.

-¿Celebración de qué?

-No lo dice, pero estoy casi seguro de que se trata de su compromiso con el de la señorita Kagome. -Contaba esto entusiasmada completamente ajena a lo que ocurría entre el Youkai y la miko.- ¿Podemos ir?- Que si pueden? Pues claro que irán, es mujer le debe una explicación, la obligará a mirarlo a la cara y decirle como fue capaz de irse.
Ella era su mano derecha, un pilar fundamental en su imperio, en su ejército, y aunque lo niegue, en su corazón, todo está de cabeza en el desde que ella se fue.

-Nos iremos mañana.

Porque sentía su orgullo lastimado, y no se iba a quedar de brazos cruzados...

CONTINUARA...

El Pecado De tus besosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora