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Me tapé la cara con la sabana por tercera vez al recordar el beso con Maddox. Mi cara estaba hirviendo y agradecí que Kael siguiera dormido a mi lado.

Había quedado aturdida por lo que me había dicho y por el beso, porque por un momento lo seguí y gemí cuando su lengua se encontró con la mía.

Me había separado de él cuando sentí como amasaba mi culo. Lo eché pero simplemente se quedó al frente de mí, mirándome por lo que quedaba de la tarde, hasta que había cerrado el puesto y había insistido en llevarme a la casa. No podía dejar que supiera donde vivía porque sabía que lo tendría en mi puerta todos los días. Él no era, y me lo había dejado muy en claro, el tipo de hombre que se rinde ante algo.

Gracias a Dios pude perderlo cuando fui a la parada de autobús.

Encontrarme con él no estaba en mis planes, y tengo que sacarlo de mi vida porque no me puede distraer de lo que he planeado por años. Esto es una deuda que tengo conmigo misma para poder hacer justicia y traer paz a la memoria de mis abuelos.

Moví mi cabeza varias veces para tratar de despejarla. Hoy daré el primer y segundo paso en este largo camino de la caída de mi hermanastra.

Me levanté de la cama tratando de no despertar a Kael y voy a mi armario. Saco el vestido que he preparado y escogido cuidadosamente para llamar la atención del secretario de Margaret.

Lo investigué un poco, y gracias a lo comunicativa que fue la mujer que atiende en el café que frecuenta, pude saber que le atraen el tipo de mujer que es inocente con una mezcla sutil de sexy. Por eso escogí este vestido, que me queda al cuerpo y que muestra un poco de mi escote. Es indispensable que lo tenga de mi lado para poder robarle más información sobre la empresa y mi hermanastra.

Traté de organizar lo más que pude todo el desorden del pequeño apartamento, porque Daphne cuidaría a Kael para que pueda ir a trabajar. El tiempo de entrar a la guarderia se acercaba y necesitaba mucho dinero para eso, todo lo que involucra un bebé es costoso.

Cuando salí del baño me envolví en una toalla y fui a abrir la puerta, Daphne había llegado más temprano de lo usual.

–Ya voy, no timbres tanto que Kael se puede despertar. –digo mientras voy a la puerta.

Cuando la abrí, la figura de Daphne ha sido reemplazada por la de un hombre: Maddox. Estaba parado en la puerta con un traje costoso y una bolsa en su mano.

–Buenos días, gorrión –dijo mientras se agachaba y pasaba por la puerta a mi lado.

Me quedé completamente quieta en la entrada. Pensé que no sabia donde vivía porque ayer me aseguré que no me siguiera, pero parecía que no había servido de nada.

Cerré la puerta y me di la vuelta.

–Por favor, evita abrir la puerta en esas condiciones, no quiero que un hombre tenga vista de tu hermoso cuerpo.

Abre la bolsa y pone unos sándwiches en un plato. Hace todo con tanta naturalidad como si desde siempre hubiera vivi aquí, en este apartamento.

–¿Qué estás haciendo aquí? –Me acerco y detengo su mano que sigue sacando sándwiches.

Él se queda mirando nuestras manos y, antes que suelte la suya, envuelve la suya en la mia.

–Vine a alimentarte y a alimentar a nuestro hijo –dijo mientras se agachaba un poco para besar el interior de mi mano.

Mi corazón dio un vuelco al escucharlo mencionar eso y quité mi mano de la suya.

–Kael no es tu hijo. –Di un paso atrás.

Destinos CruzadosWhere stories live. Discover now