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—No se preocupe, señora Agatha, todavía recuerdo el camino, no creo que me pierda.

—Te espero aquí, mi niña. Voy a preparar tu comida favorita. —Me sonríe maternalmente.

Camino lentamente en la calzada marcada entre el pasto. Hay muchos recuerdos aquí, recuerdos muy felices y que son mi fuente de confort cuando estoy triste: mi madre y yo pasando nuestras vacaciones.

Mi madre me contó que desde pequeña ella venía frecuentemente por esta zona, le parecía que esta villa era muy hermosa y por eso la visitaba cada vez que podía. Cuando se casó con mi padre redujo la frecuencia con que venia pero lo seguía haciendo sola, era su lugar favorito y mi padre entendió eso. Cuando nací, mi madre compartió ese lugar conmigo, veníamos dos o tres veces al año, nos quedábamos una semana y hacíamos actividades de madre e hija, de verdad extraño esos momentos.

Después de 15 minutos doy con la pequeña cabaña. Desde que la idea de irme de la cuidad se instaló en mi mente, este lugar ha estado presente y me alegra mucho saber que sigue en pie. Como los propietarios están vendiendo casi todas sus hectáreas de tierras, porque el señor Benjamín es muy mayor para seguir trabajarlas, decidí hablar con él para convencerlo de vender. Al principio solo pensé en arrendarla pero ahora ante esta posibilidad, estoy deseando poder llegar a un acuerdo con él.

Otro comprador ha venido por las tierras como me dijo la señora Agatha y de pronto sea con él que tenga que llegar a un acuerdo. Espero que el empresario sea una persona de buen corazón y podamos negocias.

Del pequeño arbusto, muevo una roca con forma de cuadrado y encuentro la llave, justo como me dijo la señora Agatha. Cuando abro la puerta, el familiar olor a madera me recibe y mis ojos se llenan de lágrimas y recuerdos de mi madre. Primero recorro con la mirada el lugar, notando que la cabaña sigue casi igual y no está deteriorada como pensé que lo iba a estar.

La señora Agatha me dijo que la cabaña no sea había usado en años, que la clienta más fiel y frecuente era mi madre y que desde ese año que dejamos de venir, solo se ha alquilado unas cuantas veces. Recorro el pequeño salón donde mi madre y yo hacíamos rompecabezas o nos sentábamos a hablar y me siento transportada en el tiempo. Este lugar es grandioso para Kael y yo. Después paso a la habitación y los recuerdos siguen llegando, limpio mis lágrimas y trato de sonreír porque ahora podré seguir haciendo recuerdos felices con mi hijo.

Sigo caminando por la pequeña habitación, reviviendo una y otra vez las veces que mi madre y yo nos acostamos aquí, comimos de las galletas que habíamos horneado juntas y que hablamos hasta muy tarde. Ese siempre será mi recuerdo favorito y el último, porque murió dos semanas después de nuestra ultima visita, cuando yo acababa de cumplir 5 años y aunque era una edad muy temprana, mi mente logró conservar esos momentos y estoy muy agradecida.

Toco la gran cama matrimonial, solo notando hasta ahora que la habitación está completamente limpia de polvo y la cama estaba perfectamente tendida y limpia. La señora Agatha sí me dijo que había mantenido el lugar lo mejor que podía pero la verdad pensé que estaría en ruinas. Habría que hacerle algunos cambios para dejarla en perfecto estado, pero estaba bien considerando el tiempo que tenia este lugar.

Mi limpie una lágrima que amenazaba con salir de nuevo al recordar todo, pero eso me hizo ser más decidida con conseguir este lugar.

—Es muy raro que esté abierta pero por aquí no pasa nada, es muy seguro. Y como le venía contando, señor, esta parte es una vieja cabaña que se solía alquilar pocas veces, pero desde que nuestra clienta usual dejo de venir, se deterioró. —Pude reconocer la voz del señor Benjamín—. Esta parte también está incluida en la venta del terreno, solo es demolerla pero no creo que genere un problema mayor para la construcción de su complejo recreacional.

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