Capitulo XXX: "Eres una vidente"

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Después del mediodía desmontaron el campamento, toda la labor tardó alrededor de media vela de Ormondú

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Después del mediodía desmontaron el campamento, toda la labor tardó alrededor de media vela de Ormondú. Con gran disciplina, las tropas se pusieron en marcha. Atrás iban las carretas con las provisiones y las mujeres que se encargaban de la cocina y que también lo harían de los heridos cuando los hubiera.

Sin embargo, una de las mujeres tomó rumbo en sentido contrario, custodiada por dos guardias personales de su hermano Arlan.

Cuando el príncipe le confesó, con lágrimas en los ojos, que había encontrado a Gylltir, Karel se sintió feliz por él. Después de reflexionar sobre el milagro de hallarla, concluyó que no lo era tanto. La muchacha había sobrevivido al igual que Lysandro, era muy probable que permanecieran juntos desde entonces y que por azares de los dioses terminaron en ese regimiento. La diferencia entre él y su hermano era que Arlan tenía suerte, él no.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la frontera, Viggo dio la orden de que los cien hombres que entrarían en Aldara, se separaran del resto de la tropa, la cual aguardaría la señal para continuar hacia Vesalia.

Karel se preparó. Le hubiera gustado al menos despedirse de Lysandro en caso tal de que no sobreviviera, pero ya no era posible.

Arreó al caballo y se acercó a Arlan y a Viggo, este último estaba acompañado de su bruja. Al lado de ambos había una caja de madera, Karel se preguntó cuál sería su contenido, pues no la había visto antes.

—Debemos dejar los caballos, no podemos atravesar los pantanos con ellos —explicó el primer príncipe.

—¿A qué distancia están los pantanos? —preguntó Fingbogi.

—Cerca, tal vez a media milla —respondió Ravna desmontando.

La mujer rebuscó en una de las muchas bolsas de piel que llevaba atada en su cintura y sacó un puñado de polvo que esparció frente a ella mientras murmuraba frases ininteligibles. Arlan y Karel se miraron escépticos. La magia que empleaban los brujos era mucho más rudimentaria y salvaje que la de los sorceres, no tenía tanto que ver con el savje que otorgaba Lys, la dadora de magia, como con la utilización de criaturas, plantas y algunas piedras con propiedades mágicas.

Ambos se quedaron boquiabiertos cuando, frente a sus ojos, aquellos polvos resplandecieron y revolotearon hasta formar figuras que cambiaban como si estuvieran vivas y se movieran.

Luego de una brizna de paja al fuego, las figuras dejaron de brillar y los polvos que las formaban se dispersaron en el aire, transformados en cenizas.

—Si seguimos recto nos encontraremos con dos torres de vigilancia —explicó la bruja—, son las menos custodiadas de la frontera, tal vez porque después de ella se encuentran los pantanos. Es por donde debemos cruzar. Los dioses me han mostrado unos diez guardias en cada una. También he visto nuestra victoria.

Viggo asintió con una sonrisa satisfecha. Permanecía todavía en su caballo, iluminado por las esferas de Lys que Arlan y Karel crearon con el objeto de alumbrar a los cien soldados que dirigían hacia Aldara. El primer príncipe les habló a la avanzada con voz potente:

El amante del príncipeWhere stories live. Discover now