CAPITULO XXXVIII: "Te cubriré"

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Cuarta lunación del año 105 de la Era de Lys

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Cuarta lunación del año 105 de la Era de Lys. Campamento del III Regimiento del ejército de Vergsvert. Algún lugar entre Aldara y Beremberg, reino de Vesalia.

Los días que siguieron fueron duros. Muy temprano y a veces antes del alba, levantaban el campamento. Los restos eran quemados para que nadie más pudiera aprovecharlos y el III Regimiento emprendía la marcha hacia Beremberg. Viggo y el general Jensen planearon esperar al enemigo en un terreno propicio: plano y despejado, en las afueras de Nuria. La ciudad les quedaba de camino y era ideal para saquearla y aprovisionarse de los alimentos que ya escaseaban.

Cada día era igual al anterior, marchaban mientras el sol los alumbraba, soportando el calor del verano. Al atardecer montaban el campamento, efectuaban los oficios religiosos pidiendo protección a Saagah, para, a la mañana siguiente, iniciar todo de nuevo.

Durante el avance del ejército, en pocas ocasiones Karel se topó con Lysandro. Aunque bien podía buscarlo luego de que montaban el campamento, decidió dejarlo en paz. Insistir no hacía otra cosa que lastimarlos ambos. Su rechazo lo hería, pero tenía que aprender a seguir sin él. Aunque la separación le produjera dolor físico, por más que al amanecer no tuviera ganas de levantarse del lecho debido a la tristeza que lo embargaba, era menester continuar con su vida y dejar a Lysandro seguir la suya.

Intentaba concentrarse en la planificación de la estrategia a seguir cuando se enfrentaran a Vesalia, aunque era poco lo que aportaba. Viggo casi siempre desestimaba sus opiniones, con delicadeza, pero lo hacía. En sus ojos podía ver que lo menospreciaba. Su hermano seguro pensaba que era demasiado joven para tomar sus ideas en serio.

Jensen le colocaba la mano en el hombro, como un padre protector, cuando eso sucedía. A veces, luego de las reuniones, le explicaba por qué sus sugerencias estaban erradas y otras lo felicitaba por algunas de ellas. De vez en cuando continuaba deslizando la idea de que él podía convertirse en rey, aunque Karel no veía cómo.

Y luego estaba Fingbogi. Después de la paliza, su aspecto sorprendió al resto de coroneles y generales. Le preguntaron qué había sucedido; sin embargo, él se mantuvo hermético y nada más alegó que se trató de una cuestión personal, sin revelar que había sido el príncipe el autor.

Fingbogi tenía que saber que si lo delataba, Karel también lo haría y su carrera militar se arruinaría para siempre. El ejército no perdonaría que el hijo del ilustre general Fingbogi, el gran héroe de guerra, tuviera afición por los hombres.

Además de eso, Karel lo mantenía bajo vigilancia. Sin que se diera cuenta, le colocó un hechizo que lo mantenía informado de adonde iba. No era efectivo a grandes distancias, pero al menos lo alertaba si el hombre se aproximaba a Lysandro, lo cual ocurrió en una ocasión.

Sucedió después de uno de los entrenamientos nocturnos. Avisado por el hechizo, Karel fue en busca de Fingbogi y lo encontró acosando a Lysandro en un lugar solitario cercano a los depósitos de víveres del campamento. En cuanto el coronel vislumbró al príncipe desde la distancia dejó en paz al escudero y se marchó. Lysandro le agradeció en silencio con una mirada triste seguida de una inclinación de cabeza y también se retiró. Karel permaneció en medio de los depósitos, sintiéndose un poco más solo, con el corazón un poco más roto y con deseos de matar al coronel.

El amante del príncipeWhere stories live. Discover now