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Michelle nos aviso que estaría investigando el lugar exacto en donde estaba su casa, pues tendríamos que ir ahí y sacar algunos documentos

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Michelle nos aviso que estaría investigando el lugar exacto en donde estaba su casa, pues tendríamos que ir ahí y sacar algunos documentos. Todavía no teníamos claro cómo entraríamos, pero yo tenía una idea que puede que le guste a Jack.

Ahora mi compañero estaba fuera, o por lo menos eso creía pues no escuchaba nada ya que estaba en el baño apuntó de meterme a la regadera. Ya solo faltaba quitarme la ropa interior. Ya caía el agua y veía el vapor en el espejo. Me quite lo que faltaba y le di la espalda a la puerta.

De repente, antes de meterme al agua, escuché como se abría la puerta y me giré para agarrar la toalla y no estar completamente desnuda.

Sentí como se subía el calor a mi rostro y de repente mis piernas temblaron. Ahí estaba Jack, completamente desnudo con la toalla en su hombro. Me vio asombrado y noté como su cara se tornó de un leve color rojo. Me había visto sin ropa y yo a él. Inconscientemente, mis ojos empezaron a bajar por su abdomen bien marcado y antes de llegar a esa área, regrese mi mirada hacia la suya. Noté que él había hecho lo mismo conmigo, había recorrido todo mi cuerpo.

—¡Jack! — chillé.

—Y-yo pensé que estaba solo.

—¡Ponte la toalla!

Él hizo lo que le pedí.

—¿No escuchaste la perra regadera? ¡Me viste encuerada, idiota!

—¡Y tú me viste a mí! ¿Crees que estoy orgulloso de eso?

Nos quedamos unos segundos ahí parados, mirándonos a los ojos. Di de nuevo un vistazo a su cuerpo. Su pecho tenía varias cicatrices que nunca había visto, unas más grandes que otras. Me cuesta admitirlo, pero se veía muy bien así.

—¡Vete, Conway!

—Oh sí, sí — asintió avergonzado, y salió del baño.

Mi respiración estaba un poco acelerada. Cerré mi ojos tratando de borrar este momento pero no podía, el cuerpo desnudo de Jack seguía ahí en mi mente y mientras más pensaba en él más roja me ponía y mis nervios aumentaban. Sacudí mi cabeza y me metí a bañar.

Al salir, él estaba sentando en mi cama con la toalla enrolladas en su cintura.

—Ahora sí puedes pasar — le dije, señalando el baño con la cabeza. Pasó a un lado mío y percibí su exquisito perfume que ahora parecía ser parte de él. Me mordí levemente el labio — ¡Para la próxima tocas la puerta!



...


El lugar del primer baile era bastante grande, con toques de madera oscuras y alfombras rojas. Mi vestido era largo de un verde oscuro que combinaba perfectamente con el juego de joyas que traía puesto y, también, con la corbata de Jack.

Había hombres con trajes elegantes y mujeres con vestidos preciosos, todo era tan perfecto que me sentía pequeña.

—No parece real — le dije mientras caminábamos por el lugar. Un mesero nos ofreció una bebida y nosotros la tomamos — parece una película.

—Demasiado extravagante para mi gusto.

—De todos modos tus gustos nadie los entiende.

Note su mirada sobre mí y yo sé la regrese.

—Tienes razón.

—¡Victoria! — me gritaron a mis espaldas. Me giré y ahí estaba Jacob, caminando hacia mi y detrás de él, un hombre bien parecido — te ves preciosa.

—Gracias, Jacob — sonreí y centre mi mirada en su acompañante.

—Quiero presentarte a Armando, un gran amigo mío, hacemos negocios juntos — su amigo me extendió la mano y acepté gustosa — ella es Victoria, la conocí hace poco pero presiento que será muy importante.

—Un gusto.

—Igualmente.

—¡Oh, casi lo olvidaba! Él es su guardaespaldas, Jack.

Solo dio un ligero asentimiento.

—Es un hombre muy callado — dije, tomándolo del brazo — muy centrado en su trabajo, ya saben.

—Yo también estaría bastante ocupado en cuidar a una mujer como usted.

Sonreí un poco.

Al final se despidieron y nosotros nos quedamos ahí a terminar nuestros tragos.

Después de una buena presentación y un pequeño discurso, se abrió la pista de baile. Las parejas entraron a bailar música que conectaba con el ambiente elegante.

Yo movía mi cuerpo levemente al ritmo de la música.

Sentí como Jack me vio por unos segundos y me dio un ligero empujón.
Me voltee a mirarlo.

—Vamos a bailar, anda — me dijo, extendiéndome la mano.

—No tenemos que hacerlo — le respondí, tomándola.

—Te gusta bailar y sé que quieres hacerlo. No soy tan amargado, Victoria.

Solté una carcajada y nos adentramos en la pista. Había música lenta que solo me hacía pensar en los bailes de antes.

—Solo no me pises — se burló.

Justo después de que dijo eso, me tomó de la cintura y yo pase mis manos por sus hombros. Le pise el pie a propósito.
Vi que cerró un poco sus ojos por el pequeño dolor que le cause.

—Ups — le dije con falsa inocencia.

—¿Te he dicho alguna vez que eres una insoportable?

—¿Te he dicho alguna vez que me vale madres?


—¿Te he dicho alguna vez que me vale madres?

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The mission || Jack ConwayWhere stories live. Discover now