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Victoria Masías

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Victoria Masías

—¡Joder! — escuché en mi oreja.

—¿Qué pasa? — pregunté asustada.

—Nada, casi atropello a alguien.

—Ah, lo bueno que no pasó nada — le dije irritada.

Seguíamos huyendo de aquellos carros, parecían no ceder.

Me metí a otra calle y por un momento los perdí de vista, eso me sirvió para escabullirme mejor.

En un giro brusco solté un quejido. Había estirado mi cuerpo y la herida por el roce de la bala me había dolido y lo sentí arder.

El audífono de Jack ya no hacía el ruido del coche ¿ya no estaba ahí? ¿Había parado el carro?

El tráfico empezó a hacerse más denso. La moto iba a una velocidad demasiado rápida y me era difícil esquivar a los carros. No me quedo de otra más que frenar.

Intenté hacerlo, pero no funcionaba.

—Conway — le dije, con la voz temblorosa.

—Estoy resguardado, encontré un callejón, dejé el coche lejos.

—No puedo frenar.

Hubo un silencio y escuché su respiración desesperada.

—No es momento para tus bromas, Masías.

—¡Te estoy diciendo la pinche verdad! — le grité — ¡los putos frenos no sirven!

Las bocinas sonaban avisándome que estaba en peligro. Como era de noche, las farolas y los negocios alumbraban, los podía ver reflejados en los vidrios y cofres de los vehículos.

La velocidad disminuía, lo hacía de una manera tan lenta que a simple vista no se veía, pero yo sentía que estaba frenando, pero no lo haría a tiempo.

En un pensamiento estúpido. Ladee la moto quedando de lateral, arrastrando ahora las llantas. Me incline para atrás, empujando la moto hacia mí para que se arrastrara. Disminuyó con brutalidad, y antes de que me llevara con ella, salté, dando vueltas por el suelo y la moto se estrelló con un carro.

Hice una mueca apenada y salí corriendo al primer lugar que vi. Un callejón.

Jack Conway

Escuché su respiraron acelerada y después un choque. Sentí que mi corazón se detuvo por un momento ¿ella había...? No, claro que no.

Me quite el pasamontañas. No me importaba si alguien me podía ver. Me giré hacia la pared del callejón y pase mi mano por mí cara hasta llegar a mi cabello.

Después, sentí una presencia detrás mía. Me giré con rapidez y la pude ver a ella. Se quitó el casco y lo arrojó a un bote de basura. Estaba caminando hacia atrás sin ver, vi como subía su mano a su pecho para tocárselo y tratar de calmarse.

Solté un suspiro aliviado. Camine un par de pasos a ella y la tome de los hombros.

—¿Estás bien?

—¡Su pinche madre que susto!

Solté una risilla. Soltando toda mi preocupación para centrarme completamente en ella y en su bienestar.

—¿Estás bien? — repetí, quitándole el pasamontañas.

Por lo que pude ver gracias a la poca luz que había en la calle, fue su cara roja y con pequeñas gotas de sudor en su frente, sus lindos ojos verdes me decían que estaba asustada, pero vi un ligero brillo en ellos, como si me dijera que estaba alegre de verme. Su cabello estaba desordenado y por un momento, me pareció tierna.

Sin poder contenerme, subí mis manos a sus mejillas y empecé a examinar su rostro. Su frente, su barbilla y por último, sus labios, que estaban entreabiertos.

—Estoy perfecta, como siempre — me contestó en un susurro.

Escuché como algunos carros aceleraban de más y cubrí su cuerpo con el mío sin pensarlo.

Sentí su respiración chocar con mi cuello y no pude evitar sentir una ligera oleada de nervios.

—¿Qué coño fue eso? — le pregunté igual en un susurro, separándome pero sin quitar mis brazos que ahora estaban en sus hombros.

—Me aventé de la moto — me dijo con una risilla nerviosa — como de película.

—Algún día... — su rostro estaba abajo, y su mirada en mi pecho. Eleve su cabeza, tomándola del mentón — algún día me volverás loco.

La simple idea de poder perderla, me causaba un dolor en el pecho.

—Pudo pasarte algo peor — le dije sin apártame. No quería hacerlo — ¿qué coño estabas pensando en robarle esa moto al tío ese?

Roce mi mano en su cintura y sentí como soltó un brinco. Claro, la herida de bala.

—¿Puedo? — pregunté en voz baja, tomando su blusa negra.

Asintió y no apartó los ojos de mí.

Levante su blusa y en su cintura estaba la herida, como si fuera una cortada. Pase mi mano con delicadeza por el área, tratando de no dañarla, no quería lastimarla. Pero escuché un leve quejido de su parte, así que aparte mi mano.

—¿Algún otro lado que tenga que revisar?

Negó.

—Deberías de tener más cuidado, Masías — seguí — ¿que coño le iba a decir a Michelle si te pasaba algo? ¿Que coño iba a hacer yo si tú...?

—Hey, hey — me llamó — estoy bien.

Tomó mi mano que antes estaba en su cintura y la subió ha su rostro, poniendo la mía en su mejilla y la suya arriba de mi mano, para que yo no me separa. Tomó la otra, entrelazó nuestros dedos y las subió a su pecho. Para que sintiera su corazón.

—Estoy bien ¿ves? — repitió, mirándome de nuevo a los ojos.

Joder, sus ojos eran tan lindos. Y Dios, ahora mismo no me estaba importando pensarlo.

Con mi pulgar acaricié su rostro y ella cerró sus ojos al tacto.

Quería acercarme más. Quería estar más cerca de ella y por un momento tomé el valor de hacerlo. Incline mi cara hacia Victoria. Sentí como su respiración chocaba con mis labios. Ambos los entreabrimos.

Joder ¿qué coño estoy haciendo?

—Deberíamos... — le susurré y percibí como Masías dudaba un poco en acercarse — deberíamos ir a curarte esa herida.

Abrió sus ojos y asintió.

—Sí, hagamos eso.

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The mission || Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora