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𝓔 | ESME STANFORD
Dos horas habían pasado desde que Draco se encontraba completamente inconsciente descansando en una de las habitaciones del hospital. De alguna manera milagrosa, había logrado que nadie cuestionara nada, y con ayuda de Raphael y sus encantos, logramos que la doctora Wood nos ayudara con todo el tema del papeleo.
Costó un poco de convencimiento, pero finalmente logramos que su nombre fuera registrado bajo el pasaporte falso que traía con él.
Pasaba de vez en cuando por fuera de su habitación, sólo para asegurarme de que sus signos vitales continuaran estables. El señor Potter me había dicho que esa misma noche deberían estar de vuelta en Londres, por lo que dije que era muy probable que en un par de horas finalmente fuera dado de alta.
Mi móvil estaba en silencio, y sinceramente no tenía ni ganas de revisarlo. Sabía que Antoine debía estar como loco mensajeándome, aún sabiendo que me encontraba perfectamente bien en el hospital.
Di un par de vueltas más, y quise pasar una última vez por fuera de donde se encontraba, dispuesta a borrar cada memoria que había tenido de mí en las últimas horas.
Luego le daría una excusa cualquiera al señor Potter para que no le dijera que era yo la que lo había atendido apenas había llegado, y con mucha suerte me haría caso.
Al llegar a la puerta, pude ver a Analisse sentada a un lado de Draco, pero ella se encontraba leyendo unos papeles que tenía en su mano.
Toqué la puerta un par de veces, llamando su atención para que se percatara de mi presencia.
—Hola —la saludé, con una pequeña sonrisa.
Ella me respondió con el mismo gesto, dejando sus papeles sobre su regazo para hablarme.
—Hola —se aclaró la voz—. Él ha estado bien, la poción aún no sale de sus sistema al parecer, lo que es bueno. Sólo nos queda una dosis más.
—Bien, qué bueno —respondí, caminando hacia un lado de la camilla mientras guardaba mis manos en el bolsillo de mi delantal desinteresadamente—. ¿Y tú cómo estás?
—Algo nerviosa, pero ya estoy calmándome —explicó—. Es mi primera misión con los Aurores y creo que salió peor de lo que ambos esperaban.
Hice una mueca ante lo que me dijo, entendiendo perfectamente que quizás se sentía un poco abrumada ante todo lo que les había ocurrido.
—Bueno, Analisse, creo que tendrás un buen currículum desde el primer momento, es bueno ver el vaso medio lleno.
—Lucille —dijo ella—. De hecho mi nombre es Lucille, lamento haberle mentido tanto, no sabía cómo actuar bajo tanta presión.
Solté una pequeña risa ante lo que me dijo, y agarré una de las sillas del lugar para poder finalmente sentarme a un lado de Draco.
De alguna manera, verlo en el cuerpo de otra persona hacía más llevadero el hecho de tenerlo a mi lado, pero no dejaba de pensar en los pocos segundos que tuve la oportunidad de poder admirar su rostro después de tantos años.
