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𝓔 | ESME STANFORD
—¿Llevas todo? —preguntó Sophie por quinta vez, mientras chocábamos con varias personas que pasaban a nuestro lado.
—Sí, sí —asentí, suspirando y mirando la hora en el panel frente a nosotras.
El aeropuerto estaba lleno de gente, lo cuál era de esperar, pues se acercaban las fiestas de navidad y año nuevo.
Para mi suerte, mi vuelo seguía en su horario normal, por lo que no tendría que esperar demasiado rato para embarcar en el avión. Albus y Jacob irían por mí al aeropuerto, para luego ir a dejarme a casa — sabía que Rebeca estaba ocupada con mi hermana, y que mi madre iba a estar de turno, por lo que me preocupé de no molestarlas.
Miré la jaula de transporte de Agate por décima vez en los últimos cinco minutos. No era la primera vez que viajaba en avión, pero sabía que no había sido su mejor experiencia tampoco.
—Bueno, llegamos tres horas antes, eso es bueno —dijo mi amiga a mi lado, girando sus rostro hacia mí para darme una pequeña sonrisa—. Espero que la próxima vez me lleves a mí también, ¿no? —me codeó suavemente, antes de abrazarme de lado y apoyar su cabeza contra la mía.
Un fuerte golpe casi nos hizo perder el equilibrio a ambas, y miré enojada al hombre que había pasado por nuestro lado, sin siquiera preocuparse en pedir disculpas o algo.
—Bâtard, sois plus prudent! —escuché exclamar a la rubia, quién negaba con la cabeza y seguía maldiciendo en francés por lo bajo—. Esto no pasaba en Australia.
—O quizás nadie era grosero contigo por lo linda que eres —solté una risa, notando que la fila para ir a dejar el equipaje comenzaba a avanzar—. Tengo que ir a dejar esto, creo que ya te puedes ir. Gracias por traerme.
—¿No querías que te acompañe? —hizo un pequeño puchero, lo cuál me hizo rodar los ojos— No nos veremos en dos semanas...
—Sophie, sé que debes ir a ver a Raphael, no me molesta esperar sola —le aseguré—. Además, debo pasar al otro lado de todos modos, no puedes acompañarme.
—Sí, bueno —suspiró, guardando sus manos en los bolsillos de su abrigo y bajando la mirada hacia la caja transportadora de Agate—. Cuida bien a tu mami, que no haga nada tonto —la vi sonreír con malicia, antes de que bajara la voz— Mejor que sí, que tome la desición más tonta que pueda tomar.
—Sophie —dije en un tono serio, inclinando mi cabeza a un lado mientras esperaba a que se despidiera de mí correctamente.
—Es broma, es broma —levantó sus manos a la defensiva, sonriendo una vez más antes de volver hacia mí para darme un abrazo más fuerte—. Te juro que si te vas a Londres, me iré contigo.
—¿Y Raphael? —solté una risa. Ella se separó, negando con la cabeza y acomodando mi cabello mientras lo peinaba por encima con facilidad, debido a que lo llevaba liso; como había acostumbrado hace un tiempo.
