Capítulo 39: Davor Serkín el lobo maldito PARTE 2: ¿Voluntad o deseo?

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"El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y la voluntad propia" a mi mente vino aquella frase, Liam solía recitársela a los miembros de nuestra manada. El destino que se vislumbraba frente a mis ojos era mucho más complicado y escabroso, crudo y oscuro, me era cada vez más difícil tratar de sobre ponerme a todo mi pasado, ¿Cómo sanar las viejas heridas si se empeñaban de una u otra manera en volver a sangrar?

Una sinfonía lúgubre se abría paso a través de las paredes de la sala, orquestada por los gritos ahogados de dolor y pena de aquellos quienes pese a mi advertencia ya sea por orgullo o estupidez bebieron de aquel liquido, complementada por el sin fin de miradas algunas expectantes y otras tanto acobardadas.

– ¿Qué diablos es lo que esta pasando? – Gruño Damian mientras le otorgaba una mirada de muerte a Sarah – ¿Qué putas fue lo que hiciste? – Volvió a cuestionar mientras sostenía el fino y frágil cuello de Sarah.

– Señor... Damian... no se... que sucedió... – Excusaba a duras penas mientras las manos de Damian le robaban el aire.

– Damian... – Vocifero Evan totalmente estremecido – Su transformación... no es... no es normal... – Tartamudeaba sin poder formular correctamente la idea en su cabeza y expresarla con palabras.

– Tu maldita – Grito uno de los alfa mientras al igual que Sarah, me vi prisionera entre sus garras – ¿Qué mierda es lo que les has hecho? – Cuestiono mientras aplicaba fuerza a su agarre al momento que mis dedos se clavaban en su piel con el inútil intento de quitármelo de encima.

– ¿Cómo putas te atreves? – Gruño Damian quien soltó de golpe a Sarah para ir en mi ayuda.

Pero alguien se le había adelantado, en un parpadear sentí un pequeño tirón para después encontrarme jalando aire con urgencia al momento de que se perdió aquel agarre en mi cuello.

– Controla tus malditos modales – Amenazo Dani mientras sostenía de la ropa a aquel alfa – No olvides que ella es nuestra luna... Beta Eber Ibars.

"¿Ibars? ¿Podría tratarse del hermano de Haakon?" mientras intentaba recuperar el aliento mi mente inconscientemente comenzó a hurgar a lo largo y ancho del salón en busca de aquel desgraciado, allí justo al final del lado derecho se encontraba él, totalmente indefenso y conquistado por el dolor y pánico, no me sorprendía que Haakon fuera uno de los alfas que había ignorado por completo mi advertencia y ahora pagaba con creces su estúpido aire de superioridad.

– ¿Por qué siguen defendiéndola? – Grito Eber mientras forcejeaba con Dani – Todo esto es una puta broma... planeada por está perra ¿Acaso no lo ven? – Mostro los colmillos.

– ¿Estás demente? – Grito Theo con exasperación, el ambiente comenzó a tensarse – ¿Cómo putas podría ella haber hecho algo si todo el tiempo ha estado aquí?

– Mentiras... – Contradijo Eber mientras iniciaba una discusión con Damian y el resto de su guardia.

Un mareo se apodero de mi cuerpo, la cabeza me explotaba entre gritos de dolor, terror y discusiones, la vista comenzó a hacerse borrosa, apretaba con fuerza la palma de mi mano sobre mi pecho, no podía respirar presa del pánico, un sudor frio comenzó a deslizarse desde mi frente hasta la espalda baja, pronto como un golpe seco un estrepitante gruñido se abrió paso hasta los oídos de cada uno de los presentes, el silencio domino después y era tal que podía escucharse el eco que hacían nuestros corazones al latir sin cesar a ritmo apresurado. Todo se detuvo, nuestras palpitaciones, nuestra respiración, nadie podía vociferar ni media palabra, el asombro era tal que ni siquiera podíamos abrir la boca o dar un paso atrás.

Me esforcé tantos años, cada minuto que permanecí oculta en poder olvidar, en borrar de mi memoria aquella monstruosidad, esos ojos inyectados de sangre que buscaban desesperadamente destrozarlo todo, aquella silueta malformada cubierta de pelo más negro que la noche que me congelaba los nervios y sentidos, aquella respiración forzada y agresiva como si no le alcanzara la vida. Decir que era mi peor pesadilla se quedaba corto.

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