Capitulo 11: ¿Es momento de decir adiós?

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Las cosas iban de mal en peor, pero... ¿Cómo podría yo saberlo?, ni si quiera en el peor de mis sueños hubiera podido imaginar lo que se avecinaba. Por el resto del día no vi a Damian, al parecer había salido por algunos asuntos de la manada y vaya que eran urgentes, Evan, Azael, James, Theo y otras dos personas que no conocía lo acompañaron, incluso su padre Fedek había salido con ellos.

Tome una ducha muy larga, deje que el agua eliminara cualquier rastro de sangre de mi cuerpo, eventualmente las marcas que Damian había hecho sobre mi piel se desvanecerían, no quedaría cicatriz, por lo menos no en mi piel, pero en mi alma eran unas marcas que jamás podría borrar.

Me coloque un pantalón negro combinado con un polo color rosa pálido y tenis blancos. Mientras cepillaba mi cabello y lo amarraba en una coleta, el reflejo en el espejo de la cama me provocaba malestar, haciéndome recordar nuevamente todo lo que había pasado. Salí de la habitación sin pensarlo.

Aún era muy temprano por la mañana, a decir verdad no pasaban ni de las 6:00. Aproveche que la mayoría de los miembros de la manada se encontraban aun durmiendo para salir de la mansión. Si pensaba huir esté era el momento perfecto para hacerlo, los miembros más importantes no se encontraban cerca, lo cual me daría tiempo de salir corriendo, huir lejos y esconderme sin que pudieran rastrearme, pero deseche esa idea de inmediato. Una parte de mí me impedía hacerlo.

Tome mi mochila y salí de la mansión en dirección a la escuela.

El camino era largo, el sendero se encontraba rodeado de follaje verde, la brisa helada de la mañana me sentaba muy bien sobre el rostro, me dejaba pensar con claridad.

Aisha – Dije en mi mente – ¿Cómo te encuentras?

Algo abatida... y confundida – Esbozó con fina voz.

Tranquila – Conteste con dulzura – Estaremos bien... sabes lo que tenemos que hacer ¿Verdad?

Lo sé – Dijo con un hilo de voz lleno de dolor – Es lo mejor, por lo menos Aaron y Damian se encontraran a salvo de las garras de esos hermanos.

Debemos ir con Andre – Dije dejando escapar un suspiro.

¿Piensas llevarlo contigo? – Pregunto con preocupación en su voz – Eso quiere decir... que no piensas regresar más.

No debemos de dejar pistas sobre nuestra existencia – Intente explicarle mis motivos – Si nos llegan a conectar con Andre, seguramente lo harán con Damian, no podemos ponerlos en peligro ¿Entiendes? – Espeté con determinación – Debemos de desaparecer... como si nunca hubiéramos existido – Aisha no dijo más y corto la conexión.

Hacía más de ocho año que Andre nos encontró en el bosque. Durante los años que pase en cautiverio siempre había permanecido en mi forma lobuna, nunca deje expuesta mi forma humana, no hasta que logre escapar de allí. Mientras me dirigía sin rumbo alguno, cansada y exhausta, un grupo de lobos me encontró merodeando por sus tierras. Ahora me encontraba muy lejos de la que una vez fue mi cárcel, mi yo humana era muy pequeña y frágil, tal vez esas fueran las razones por las cuales Andre me acepto en su manada y cuido de mí.

Los primeros días fueron difíciles, moverme en mi forma humana se me dificultaba, había pasado tanto tiempo transformada en loba que había olvidado lo que significaba ser un ser humano. De mi boca no salían las palabras, la desconfianza se reflejaba en mis ojos, pero Andre siempre me tuvo paciencia, entonces decidí confiárselo, el único recuerdo que me quedaba de mi familia. Oculta dentro de una cajita de oro, esa era la única prueba de mi linaje puro. Si planeaba irme, debía de llevarlo conmigo.

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