11 de diciembre

14 11 0
                                    

Hoy solo iría a la escuela hasta la tarde, así que pensaba descansar toda la mañana sin hacer nada.

—Estefanía.

Sebastián tocaba la puerta de mi cuarto, bueno más bien estaba a punto de tirarla.

—¿Qué? —pregunte de mala manera.

—¿Tienes algo que hacer?, quiero ir al cine y quería saber si quieres venir.

—Pensé que solo fingiríamos nuestra amistad. No tenemos que llevarnos bien, lo sabes, ¿no?

—Si, pero supuse que podríamos convivir un poco. No le veo nada de malo en eso.

—¿Tengo otra opción?

—Quedarte acostada o venir conmigo y ver una película gratis —dijo—, la verdad es que mi oferta no es tan mala, debes de admitirlo.

—No es mala, nada más que te incluye a ti en el plan.

Por dentro estaba muerta de risa, me agradaba hacerle la vida difícil a Sebastián.

—Entonces, quieres que te dé dinero y tú vas a ver la película sola.

—La verdad es que esa idea me agrada—. Evitaba no atacarme de la risa y que me escuchara Sebastián—, pero aceptaré tu propuesta por esta ocasión.

—Gracias por concederme el honor de acompañarme a ver la película.

—Si, pero yo elijo cuál ver.

Salíamos del cine, pasamos horas discutiendo por cuál película ver. Sebastián estaba convencido de que, al ser martes en la mañana, era buen momento para ver una película de dibujos. Mientras que yo quería ver una de romance; Sebastián no pudo hacer mucho ante mi elección, solo pago la película y se resignó.

—Jamás vuelvo a dejar que elijas la película. Estaba horrible.

—Te gusta el romance, pensé que te gustaría la película.

Sabía que no le gustaría, había recibido muy malas críticas. Por eso quería ver esa película y la verdad es que si era malísima.

—La trama estaba horrible y el guion otro poco, nada tenía sentido, ¿qué pensabas?

—No es cierto, pero claro, como no son tus novelas, por eso lo dices, eres un envidioso.

—Para nada, únicamente digo lo que pienso y era realmente mala. Además, que tengo argumentos sólidos para tener un buen debate contigo.

—La verdad es que no quiero escucharte, aún recuerdo lo molesto que eras en la escuela. Siempre querías ganar y si no era así, llorabas.

—Yo no lloraba— sus mejillas se enrojecían.

—Claro, que sí. Eres un bebé.

Sebastián me miro molesto, así que comencé a correr por la plaza, afortunadamente no había mucha gente, por lo cual podía ir muy rápido y poderle ganar. Por un momento creí que lo había perdido, pero no fue así, se metió, por otra parte, de la plaza y me atrapo por detrás.

—¡Eso es trampa!

—No, fue solo tomar un atajo para ganarte. Lo cual es completamente válido.

No me percate, de que había quedado muy cerca de Sebastián, tan cerca como lo estábamos en el bosque.

—No fue válido —dije en un susurro.

—¿Por qué no podemos llevarnos así siempre?

—Somos diferentes y eso hace que no nos llevemos bien.

—Aún se puede hacer algo, no considero que te guste estar discutiendo por siempre conmigo.

—No me gusta.

—Entonces tratemos de llevarnos bien.

Sebastián tomó mis manos, me sentí nerviosa o más bien, ¿emocionada?

—No sé si sea posible, siempre decimos lo mismo y todo termina mal.

—Anya pon de tu parte, eres muy temerosa y eso no te lleva a nada. Déjame ser tu amigo.

—Tengo una idea mejor. Creo que lo más conveniente es no ponerle una etiqueta, solo dejar que todo pase y ver si en algún fluye nuestra amistad.

—Me agrada la idea, creo que podemos estar de acuerdo una vez más.

—Si —suspire— pero si no funciona, fingiremos por mi mamá.

—De acuerdo, apoyo esto.

Para la cena habíamos decidido preparar un pastel, parecía que trabajar en equipo era mucho más fácil que llevarnos bien. La verdad es que no podía negarlo, me sentía muy cómoda con Sebastián.

—Se ve bien —dije con entusiasmo al terminar de decorarlo.

—¿Crees que sepa bien?

—No seas pesimista, sabrá bien. Además, lo hicimos con amor para Aurora.

—Por lo menos, si no sabe bien, tiene buena decoración.

La verdad es que no me hubiera animado a decorar el pastel de Navidad si no fuera por Sebastián. Esperen, pienso que menciono demasiado a este hombre; debo de pensar en él como solo un amigo y nada más.

—Deberíamos comenzar a limpiar todo, Aurora detesta ver los trastes sucios.

—Si no fuera por tu amiga, supongo que vivirías en el desastre.

—Por supuesto que no, yo también pongo de mi parte. Solamente que a mí me cuesta más.

—Te cuesta machismo, más bien—. Sebastián comenzó a burlarse de mí.

Me enoje, tome un poco de chocolate y sé lo aventé en la cara.

—Para que te sigas burlando de mí.

—Bueno—. Tomo un poco de chocolate y se dispuso a aventármelo en la cara—, estamos a mano.

—Eres de lo peor.

Comenzamos a aventarnos toda la comida que veíamos a nuestro alrededor, la verdad es que estaba disfrutando esto, me agradaba ver como Sebastián quedaba lleno de comida.

—Sigue riéndote de mí.

Sebastián me tomo de la cintura y me pego a él. Me sentí nerviosa, pero a la vez me emocioné.

—Por supuesto que sí, podría reírme de ti por mucho más tiempo.

Estábamos acercándonos mucho, así como en el bosque. No quería volver a pelearme con él, ya estábamos volviendo a llevarnos bien. Hasta que abrieron la puerta y nos separamos.

 Hasta que abrieron la puerta y nos separamos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Días de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora