KakaTsuna (Kakashi x Tsunade)

Un día tranquilo

Hi 

Tsunade estaba en la camilla del hospital, en sus brazos estaba su hija, sus ojos estaban cerrados mientras recibía pecho de su mamá. La Senju pensaba en todo lo que había sucedido en los últimos momentos, era tanto su asombro que el tener a su hija en sus brazos parecía algo tan irreal.

A su derecha estaba Kakashi, quien cargaba suavemente a su otro bebé. Sus brazos no se habían movido en todo ese tiempo, con tal de no hacerlo llorar o causarle alguna molestia en lo que parecía ser un buen sueño profundo.

En la habitación solo había silencio, cada uno de los padres estaba perdido en sus pensamientos, y en los sentimientos que sus hijos les causaban. Había muchas cosas que debían planear, pero nada era más importante que ese momento. 

Kakashi notó que su bebé abría su boquita con ternura y en un movimiento coordinado, su cabecita de igual manera se meneaba, logrando poner nervioso al Jounnin que no sabía que hacer. Volteó a ver a su esposa y ella soltó una carcajada por la expresión asustada de su esposo.  Tsunade agradeció al cielo porque sus hijos se iban a coordinar para darles pecho, porque su hija ya estaba saciada, y ahora era su hijo quien exigía su atencón.

— Cuando hace así, es porque quiere pecho —explicó Tsunade a Kakashi, mientras le indicaba con un gesto rápido de manos que hicieran cambio de bebés.

— Hmm —sonó de Kakashi—, ¿entonces si hago eso también me darás pecho? —preguntó con una sonrisa en sus labios.

Tsunade rodó sus ojos— Cálmate —respondió, dándole un ligero golpe en su abdomen.

Kakashi permaneció con su sonrisa, recibiendo encantado a su hija en sus brazos, se sentó nuevamente, mientras esperaba ansioso que abriera los ojos. Tsunade acarició la mejilla de su hijo, viendo enternecida sus pequeñas facciones, cuando surgió en ella una preocupación enorme, tras recordar que su casa se había quemado por completo.

— Kakashi —murmuró la rubia con seriedad—, ¿Qué haremos ahora?, hemos perdido la casa y todas nuestras cosas. Mañana ya puedo darme de alta del hospital y no sé a dónde iremos —negó con su cabeza, se pausó unos segundos y luego continúo—, la torre del hokage podría ser una opción, es segura y ....

— No quiero que mis hijos se críen en la torre del hokage —la interrumpió Kakashi con firmeza—, quiero que su niñez sea lo más normal posible —vio a los ojos avellana de su mujer—, tú no te preocupes de eso, tengo un plan —sonrió, tratando de tranquilizar a Tsunade, cuando la puerta de su habitación fue golpeada un par de veces con suavidad.

Ambos se voltearon a ver inconscientemente, acompañados del crujido de la puerta que se abría con un paso lento. De la puerta entró la consejera de la aldea, llevaba un atuendo casual, nada raro verlo en ella, y su rostro tenía el mismo semblante de siempre, hasta que sus ojos observaron al primer bebé, y su expresión se llenó de color.

— Desde que crucé la puerta noté el parecido a cuando tú eras un bebé —comentó Koharu acercándose a Kakashi—, dámelo, quiero verlo —dijo con autoridad—, lo estás cargando mal, Kakashi —observó con sus ojos en blanco y kakashi se puso nervioso, entregándoselo con rapidez.

— Yo, yo no lo estaba cargando mal, es que así le gusta —se defendió el Hatake inútilmente.

La consejera estrechó con mucha habilidad al bebé en sus brazos. Tocó sus manitas como analizando cada parte de él, pareciéndole algo muy extraño a Tsunade.

— Es de verdad, por si no lo ves así —habló la rubia con sus ojos entrecerrados.

— No es eso, solo no puedo creer que algo tan bonito haya salido de ti —respondió la consejera con una mirada friamente calculadora.