Pride

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Junio 2022

El sol se colaba por la ventana, apenas iluminando la estancia mientras unos cuerpos se enredaban entre sábanas, una chica de cabello castaño con reflejos rubios apretaba en unos puños la tela que cubría la cama mientras se mordía el labio inferior hasta no poderlo soportar más y dejar escapar un gemido profundo y prolongado que iba en ascendente, todavía no había abierto bien los ojos aquella mañana y ya la había comenzado muy bien.

Con la respiración todavía algo afectada apartó la sábana que recubría el cuerpo de la mujer que estaba en medio de sus piernas encontrándola con una sonrisa traviesa, los labios brillantes con muestras de lo que había estado haciendo y el cabello algo alborotado. Se incorporó un poco hasta llegar a su altura y antes de besarla le preguntó. - ¿Puedo usar tu ducha? - La mujer solo asintió antes de recibir un beso con sabor a sí misma.

La morena de cabellos negros salió de la cama completamente desnuda y se metió al baño, al poco rato la ducha empezó a correr y la mujer en la cama todavía no se podía creer lo surrealista que había estado la noche anterior.

Minutos después la misma morena salió del baño envuelta en una toalla y empezó a buscar su ropa, ella la miró curiosa. - ¿No te pondrás bragas? - Preguntó al ver como ya se había puesto los pantalones y el sujetador que antes estaban desperdigados en el suelo.

La mujer volteó a verla sonriendo. - Te las dejaré de recuerdo. - Y le guiñó un ojo mientras empezaba a calzarse.

-¿Te veré de nuevo? Puedo invitarte a desayunar, si quieres. -

-Voy tarde, pero gracias. - La morena la miró ya lista para salir. - Y en cuanto a lo de vernos de nuevo... No lo sé. - Se encogió de hombros restándole importancia. - Happy pride. - Se aproximó a ella dejándole un beso en los labios.

-No soy lesbiana. - Aclaró la mujer todavía en la cama.

-Y yo tampoco. - Soltó una risita.

-¿Me dirás tu nombre al menos? -

Ella sonrió de lado. - Amelia. - Extendió la mano como si fuera una presentación formal.

Y la otra mujer correspondió riéndose de lo absurdo, hacia unos momentos la morena estaba dándole un orgasmo de los más satisfactorios de su vida. - Tamara. - Respondió de vuelta.

Amelia apretó su mano antes de dejarla ir. - Sabes muy rico, Tamara. - Y se fue de allí sin más.

La chica enrojeció en medio de una sonrisa. - Pero... - Y resopló antes de hundirse en su cama.

Amelia Ledesma llevaba una enorme sonrisa aquella mañana, había empezado muy bien el día y esperaba acabarlo de igual manera, salió a la calle y subió a su carro parqueado a unos cuadras de donde estaba buscando de inmediato sus gafas de sol y emprendió el camino hacia su siguiente destino. Las calles se vestían con los colores del orgullo, establecimientos izaban banderas de arcoíris y hasta las cebras peatonales se vestían de los mismos colores por donde ella pasaba.

Se alejó un poco del centro hasta entrar en los suburbios a un barrio residencial en los que las casas todas parecían ser las mismas y los vecinos siempre unos cotillas, bajó del carro después de parquear en la entrada del garaje, sacó sus llaves y entró en la casa sin problema.

Quitándose las gafas de sol saludó en voz alta. - Cariño, ya estoy en casa. - Sonrió para sus adentros mientras se dirigía a la cocina donde estaba segura que la encontraría y así fue. - Hola amor. - Se acercó a ella dejando un beso en su mejilla mientras la otra mujer daba un sorbo a su primer café del día.

-Baja la voz que se va a despertar. - Masculló la otra mujer.

Amelia levantó las manos en señal de rendición. - Perdona, no sabía que el bebé seguía durmiendo. - Pasó la mano por los cabellos rubios peinando los de su frente. - Te queda muy bien el pelo así. - Elogió.

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