Ensalada

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-¿Continuamos donde lo dejamos? - Preguntó buscando confirmación.

-Hombre pues claro, siento que ha pasado ya una eternidad y aún no le contamos a los lectores todo lo que vino después. - Luisita le recordó.

-Todo lo bueno se hace esperar. - Levantó el dedo índice para acentuar.

-Sí claro, pero no hay que abusar. - Dijo Luisita de nuevo antes de quedarse pensativa. - Bueno y ¿dónde fue que quedamos? - Se echó a reír.

Amelia secundó su risa. - Quedamos en cuando te corriste como nunca antes conmigo. - Movió las cejas de arriba abajo.

La rubia empujó sus hombros mordiéndose la sonrisa. - No fíjate, yo recuerdo que quedamos cuando te quedaste exhausta cuando la hetero te comió el coño y ... - Abrió la palma de la mano y con el dedo medio de la otra rozaba el centro mientras se relamía los labios.

-¿Ah sí? - Levantó la ceja. - Pues yo recuerdo que la hetero se quedó piándome más. -

Luisita se carcajeó. - Aclaremos algo, yo hetero no soy. - Dijo con chulería.

-Eso ya está más que demostrado, cari. - Se echó a reír también. - De hecho, el papel de lesbiana se te da muy bien. -

Luisita se llevó la mano al pecho con la frente en alto. - Todo un honor y orgullo. -

-Serás payasa. - Se rieron juntas antes de volver a serenarse y quedar algo serias. - Es una pena que esa noche tuviera que acabar. -

-Todo lo bueno no puede durar para siempre. -

-Como ese orgasmo. - Amelia se mordió el labio cerrando los ojos al recordarlo.

-Mmmm... - Y Luisita hizo lo mismo. - Estamos muy mal. -

-Eso que más da. - Se dejó caer aun sin abrir los ojos.




Y es que esa noche o lo que quedaba de ella habían perdido la cuenta de las veces que sus cuerpos se estremecieron con cada toque, cada caricia y cada beso y aun así allí estaban en ello de nuevo, luego de tomarse un vaso de agua entero en una sola respiración ninguna de las dos pretendía perder la oportunidad de seguir explorando el cuerpo de su amiga, puesto sabían que, al día siguiente, esa noche no sería más que un recuerdo inolvidable.

Luisita a horcajadas de la morena restregaba sus pechos contra los de ella empujando su pelvis con el vientre bajo de la morena mientras sus labios ya más que hinchados y desgastados seguían en un baile bastante apasionado. De pronto se sentó con la espalda recta sin detener sus caderas y con una mano levantó su cabello húmedo por el sudor, con la boca entreabierta y los ojos pesados veía a la mujer debajo de ella igualmente desnuda, igualmente deseosa por ella.

Amelia mientras tanto se aferraba a las caderas de su amiga ayudándola con su empuje dócil, desvió la mirada a la ventana notando la claridad proveniente de afuera, el encantamiento estaba por romperse y ella estaba dispuesta a despedirse decentemente. Se sentó también haciendo retroceder el cuerpo de la rubia sobre el suyo y en medio de sus piernas coló su mano derecha para llegar a su intimidad sin quitarle la mirada de encima.

Sus ojos se conectaron, rozaron sus narices mientras sus alientos se mezclaban libremente, Luisita volvió a besarla chupando su labio inferior e imitó las acciones de su amiga metiendo una mano entre ellas. Podían sentir los pliegues resbaladizos de la otra colarse entre sus dedos ya arrugados por la humedad, ambas sensible por la estimulación y de manera gentil rozaban de arriba abajo construyendo un ritmo constante, excitante y peligroso.

Bandolera Where stories live. Discover now