Reagruparse

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Aquella mesa redonda parecía empezar a darle vueltas a ella, como cuando de niña se subía a las tazas gigantes del parque de atracciones a las que solía llevarle su padre hasta hacerla vomitar de tantas vueltas, solo que esta vez su mareo era causado por su ya cuarta copa de vino tinto, era eso o el hecho de estar sentada frente a la persona por la que recientemente descubrió sus verdaderos sentimientos y ésta haciéndose ojitos con otra chica, con alguien que claramente no era ella.

Ya había perdido la cuenta de cuantas sonrisas fingidas había dado a la parejita frente a sus ojos con cada anécdota o historia de sus estancia lejos, a veces se encontraba haciendo cara de asco y molestia y debía recordarse que las tenía de frente así que debía disimular su disgusto y que mejor que hacerlo detrás de su copa de vino.

-Y ahí estaba yo en ropa interior, con frío y fuera de la cabaña en la que me estaba quedando, tardísimo de la noche. - Contaba con una risa la rubia. - Porque solo a mí se me ocurre darme un chapuzón a esa hora y con lo torpe que soy me dejé las llaves dentro. - Ella y Sofía soltaron una carcajada mientras Amelia disimulaba otra risa.

-Y qué hiciste entonces? - Preguntó mostrando un mínimo de interés.

-La encontré tiritando de frío y siendo la caballera que soy... - Volvieron a reírse mirándose a los ojos y Amelia rodó los ojos con fastidio.

- Me invitó a su cabaña. - Terminó la historia Luisita. - No es tonta ni nada. -

-Oye! Yo solo intentaba ayudar a una damisela en apuros. - Se defendió Sofía levantando las manos.

-Que poético. - Ironizó Amelia con otra sonrisa fingida. Su tono pasó desapercibido por la pareja que solo volvieron a reírse y mirarse como un par de enamoradas. - Voy un momento al baño, enseguida vuelvo. - Sin poder aguantar más de aquella farsa se levantó demasiado rápido y el vino se le subió a la cabeza haciéndole perder un poco el equilibrio. - Uy 'ta potente el vino. - Comentó por lo bajo.

Luisita se puso a su lado. - ¿Estás bien? Sabes lo que te pasa con el vino, siempre igual. - Le sonrió tiernamente y ella no pudo evitar devolverle la misma sonrisa.

-Estoy bien, ya regreso. - Le dejó una caricia en la mejilla y salió de allí tan rápido como su cabeza mareada se lo permitiera.

Entró al baño de mujeres y se detuvo frente al espejo del lavamanos, tenía las pupilas dilatadas debido al vino, pero más allá de eso se sentía bastante tonta, no se esperaba para nada que Luisita volviera y que lo hiciera con una novia, así que todos sus planes de hablarle sobre sus sentimientos se fueron al garete porque ahora no solo tenía su respuesta,, la rubia no sentía lo mismo por ella, sino que además tenía compañía.

Suspiró pesadamente y sacó su teléfono y marcar a la única persona que sabía le escucharía sin rechistar. Después del tercer tono le contestaron. - Por favor dime que no me estás llamando del baño de tu apartamento luego de tener mucho, mucho sexo con la rubia en tu cama. - Fue como le respondieron nada más descolgar la llamada.

Amelia puso los ojos en blanco. - Te estoy llamando desde un baño, sí, pero no el de mi apartamento y ciertamente no he tenido ni tendré sexo esta noche. -

Se hizo el silencio. - ¿Qué? ¿Por qué? Tan mal ha ido? -

-Peor. - Se quejó la morena. - Se ha presentado aquí con su noviA Sofía. - Acentuó en la letra A.

-Chica qué dices. - Andrea no daba crédito a lo que escuchaba.

-Ni siquiera tuve oportunidad de decirle nada y menos mal, porque te imaginas? - Se rió sin gracia. - Es que menuda vergüenza habría pasado. -

Bandolera Where stories live. Discover now