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– ¡Agh, mierda! ¡Eso va a dejar moretón! – se quejó María a la mujer que le acababa de dar un puñetazo en la mejilla.

Su misión era conseguir información de una empresa que hacía tratos ilegales con una mafia, pero las cosas se torcieron porque tenían un sistema de protección que nada más sacar el pendrive, si no era uno de los dos que estaban registrados en el sistema, una alarma comenzaba a sonar.

Le pillaron.

Y ahí es donde está ahora, había conseguido acabar con los soldados, no había sido muy difícil. Pero justo antes de salir, otra persona más apareció tirándola al suelo de una patada.

No sabía quién era, pero tenía conocimientos muy avanzados de lucha.

Y metía buenas hostias.

Aunque nada lo suficientemente difícil para que María no acabara con ella. Claramente lo iba a hacer. Pero no esperaba llevarse tantos golpes, y tenía claro que iban a dejar marcas, porque dios... le dolía el cuerpo infiernos.

Cuando volvió al complejo, Tony le estaba esperando porque era el que iba a trabajar con la información que había conseguido.

– Uy, ya ni me acordaba que te podían golpear. Llevabas tanto sin un moretón que pensaba que eras ingolpeable

– Qué gracioso. Solo se complicó un poco todo, pero toma – me lanza el pendrive sentándose en su silla de la sala de reuniones

– Bueno, no te quedan mal, seguro que a tus ligues les gustan. Te hacen más malota

– Oh no... ¿tú también?

– ¿Yo también qué?

– Con lo de Kate...

– ¿Qué pasa con Kate? – ambos estaban confundidos, sin saber a dónde había llegado la concreción

– Nada, nada

– No, no, ahora me lo cuentas – el hombre también se sienta listo para escucharla

– ¿No querías el pen cuanto antes para ponerte a ello lo antes posible? Pues ya lo tienes

– Hey, no no, ahora me dices qué pasa entre Bishop y tú

– No pasa nada-

– Vale, ahora la verdad porque eso no te lo crees ni tú

– En serio, que no pasa nada. Solo que como ahora somos amigas y nos llevamos bien Peter, Nat y Wanda están muy pesados. Pero solamente somos amigas

– Bueno – se levanta sin creer del todo a su hija – ya sabes que yo no me opongo a ninguna relación tuya, solo quiero que seas feliz, que estés bien. Y solo te voy a decir que tiene mi apoyo en cualquier cosa que hagas

– Te lo agradezco, papá

– Vale

– ¿Ya puedo irme?

– Sí, pero antes de hacer nada ve a curarte esos puñetazos que te han dado en la cara que no tienen muy buena pinta. Te ha dado pero bien, ¿eh?

– Pues no quieres ver como está ella

– Me lo imagino – Tony sonrió con diversión al ver a su hija salir de la sala enseñándole el dedo de espaldas.

Por supuesto que no se puso hielo ni nada, solo cogió la correa de Leah y a la perra para salir a pasear. Había echado muchísimo de menos sacarla a pasear y jugar con ella, era de sus partes favoritas del día.
Pero mientras veía a la perra correr por el jardín, un montón de recuerdos aparecieron en su cabeza. Sobre todo se acordó del día en el que la llevó por primera vez a la habitación de la Universidad.

"Demasiada atención, Bishop"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora