8. Siempre la verdad

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Cuando sentí que estaba atrapada en medio del portal, una energía externa a él me llevó de vuelta a la habitación de Adam. El portal se cerró de inmediato y me quedé perpleja por lo que había pasado. Adam sí pudo atravesarlo, pero yo no, lo cual me puso algo nerviosa. No sabía si él podría volver o si sería capaz de sobrevivir en una dimensión completamente diferente a la que conocemos. Sin embargo, no sabía si viajaría a otra dimensión o a otro lugar de la nuestra. Lo único que sabía era que aquel portal era bastante extraño y jamás había visto nada igual.

Tomé mi celular y le envié un mensaje a Blas para que viniera, ya que necesitaba su ayuda. Le pedí explícitamente que viniera solo, sin Daniel y mucho menos Will quien probablemente ya sabe que algo le pasó a Adam. Tenía la esperanza de que no porque eso significa que Adam no está en total peligro.

Mientras esperaba a Blas, vi que sobre la cama había un bolso y un par de cosas sin empacar, probablemente las que Adam no alcanzó a guardar cuando apareció el portal. Las guardé para que no tuviera que preocuparse después y también para poder distraerme un poco de la situación.

Escuché un par de golpes en la puerta y ni siquiera alcancé a abrir porque Blas entró de inmediato y cerró de un solo golpe. Se veía agitado y cansado como si hubiese corrido para llegar a aquí. Llevaba puesto la ropa que usualmente usamos para las misiones, lo cual lo hacía lucir serio y algo malhumorado. Sin embargo, su estado actual solo me hacía querer reír.

—¿Por qué jamás me contaste del lado malo de tener un guardián? —preguntó.

—¿A qué te refieres? ¿A lo que ellos ocultan? ¿A la sobreprotección? ¿A qué a veces no te dejan ni siquiera ir al baño solo?

—Sí a todas las anteriores. Daniel es.... —dijo y suspiró—. A veces me cuestiono cómo puedes ser tu novio.

—¿Por qué lo dices? —pregunté riendo.

—Es muy territorial y sobreprotector.

—No conmigo, Blas. Contigo sí porque los guardianes son algo... intensos.

—Le dije que venía a hacer algo importante e insistió en acompañarme. Tuve que escabullirme y correr para que no me encontrara.

—Basta. Estoy imaginándome toda la situación y solo puedo reírme de ti, querido amigo.

—En fin, James, ¿qué necesitas? —dijo mirando a su alrededor—. ¿Por qué estamos en la habitación de Adam?

—Un enorme portal rojo apareció aquí de la nada. Adam me pidió que lo acompañara porque no sabía si podría volver —expliqué brevemente—. No sabemos de qué se trata o quien abrió un portal de esa magnitud.

—¿Por qué estás aquí entonces?

—Ese es el problema. A donde sea que Adam fue, no pude entrar. De hecho, algo externo a él me empujó de vuelta.

—Sé que he vivido muchas cosas extrañas en mi vida, pero tengo nulo conocimiento de portales angelicales. Solo lo que nos han enseñado en las academias, lo cual es básicamente lo que tú también sabes.

—Eres hechicero, Blas. Además, puedes ver el pasado de los objetos y necesito que me digas si puedes ver algo que yo no pude por la emoción del momento.

Okay —dijo en un suspiro.

Me alejé de él para que tuviera más espacio en el centro de la habitación y así también estuviera cómodo. Habían sido pocas veces las que vi a Blas ocupar sus poderes de nefilim, así que aún me parecía algo asombroso. Cerró los ojos para una mayor concentración y sus manos permanecieron a sus costados de forma relajada, ni cerradas en un puño ni abiertas en su totalidad.

La energía poco a poco comenzó a salir de su cuerpo, mientras danzaba de un lado a otro. Blas no se movió ni siquiera un poco mientras observaba lo que había ocurrido hace un momento con Adam en su habitación. De pronto, frunció el ceño e hizo un gesto como si fuese a decir algo, pero no. Se quedó en total silencio.

—¿Qué? ¿Qué ves?

—Solo el portal y a ti cuando volviste. No veo nada extraño.

—¿Algo a su alrededor? ¿Otro tipo de energía? ¿Ves algo del otro lado del portal?

—Nada, Cam —dijo abriendo sus ojos—. Se nota que era una energía bastante extraña, pero nada más.

Toda la energía a su alrededor desapareció de inmediato y se encogió de hombros.

—¿Qué se supone que hagamos? ¿Quedarnos de brazos cruzados?

—¿Esperar a que vuelva? —dijo confundido.

—¿Qué pasa si no vuelve?

—No pensemos en lo peor, ¿si? —dijo optimista—. Mientras tanto haz lo que tengas que hacer.

—Se supone que Adam llevaría a Francis a la academia de Atalana, ¿qué le digo? ¿que su padre fue succionado por un portal de extraña procedencia y que no podrá llevarlo?

—La verdad, Cam. Siempre la verdad.

* * *

No pude decirle exactamente por qué Adam no pudo llevarlo, pero Francis pareció entender a la perfección. No hizo muchas preguntas al respecto, lo cual agradecí, pero aún así me sentía algo mal por no poder contarle todo. No quería que se preocupara y que luego hiciera algo de lo que todos pudiéramos arrepentirnos.

Abrí un portal para él. No pude acompañarlo porque aún me siento algo débil respecto a mis poderes como nefilim y solo podía dejar que una persona pasara. De todas formas, Davina estaba al otro lado esperándolo, así que sabía que estaría en buenas manos.

Volví a mi habitación mientras esperaba que Adam diera una señal de vida. Habían pasado unas cuantas horas y ya me estaba impacientando. Era capaz de ir dimensión por dimensión buscándolo si pudiera, pero era imposible porque cuando hacía portales a otras dimensiones no sabía cómo llegar a una en específico.

Volteé a mirar la puerta cuando se abrió de pronto, dejando ver dos siluetas grandes. Eran Daniel y William, quienes venían platicando de cosas sin sentido. No sé por qué motivo estaban en mi habitación, pero tendrían que darme una buena razón. La verdad no me importaba que entraran a mi habitación cuando quisieran, pero no quería verlos porque tendría que explicar todo lo que pasaba con Adam.

—¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a alguien? —pregunté.

—No —dijo Daniel frunciendo el ceño—. Solo vine por mi celular.

—Oh —dije y me fijé en que su celular estaba en el escritorio—. Lo siento.

—¿Está todo bien? —preguntó Will—. Te ves algo tensa.

—Estoy mejor que nunca —dije sonriendo—. Menos tensa que nunca, Will. De maravilla.

Ellos se miraron entre sí y Daniel alzó una ceja, sin embargo, no insistieron al respecto. Los miré impaciente para que ya se fueran, pero parecían estar más cómodos allí. Pues si ellos no se iban, entonces lo haría yo.

—¿Van a quedarse? —pregunté.

—Sí, estamos algo cansados, ¿verdad, Will?

—Absolutamente —respondió él.

—Entonces me voy yo —dije riendo nerviosa—. Olvidé que tengo un asunto importante que hablar con Kenneth, ¿si? Hasta pronto.

Antes de que pudieran decir algo, salí del pasillo y como sabía que probablemente uno de ellos iría tras de mí, no dudé en abrir un portal que me llevará directo a la habitación de Adam. Al estar del otro lado y cerrar el portal, me tiré en la cama y suspiré cansada.

Solo esperaba que Adam volviera pronto porque de otra manera me volvería loca.



***

Espero que les haya gustado <3.

LOS CAÍDOS #7 - DescendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora