34. Las poderosas alas de un ángel

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Adam

Actuó de manera extraña cuando le pregunté si podía acompañarlo a donde sea que iba a ir. Will suele actuar así cuando guarda secretos, pero esta vez parecía ser algo más. Cuando vi que se fue con Daniel, sentí ganas de golpearlos a ambos porque quería ayudar de alguna manera y ni se molestaron en decirme nada. Estaba acostumbrado a que Will me tratara con cuidado porque es mi guardián, pero había días en que mi naturaleza como nefilim hacia que mi sangre hirviera de la rabia. No necesitaba la protección de nadie. Podía cuidarme perfectamente bien solo.

Necesitaba saber a dónde iban porque era obvio que iban a hacer algo importante y eso significaba que era peligroso. Estaba seguro de que Will tramaba algo de lo que probablemente se arrepentiría después. Todos siempre pensamos en que de nuestro grupo de amigos Camille era la más descuidada de su bienestar, pero el ángel no se quedaba atrás. Entonces, los seguí para ver qué tramaban. Caminaron por todo el bosque mientras hablaban tranquilamente, pero no pude escuchar bien de qué porque estaba a una distancia considerable para que no se dieran cuenta de que los estaba siguiendo. Se detuvieron cuando estuvieron bien adentrados en el bosque de Alana en un claro rodeado por los árboles más grandes de allí.

Will quería invocar a Lucifer y tan solo escucharlo decir aquel nombre hizo que me diera un escalofrío. Invocar a un caído era una de las cosas más difíciles de hacer y, de hecho, está en la voluntad del caído aceptar o no. No entendía cómo Will, aunque fuera un ángel, esperaba que Lucifer se apareciera como si nada en aquel lugar.

Los ángeles intercambiaron un par de miradas cómplices y Daniel asintió con la cabeza para que su hermano comenzará con el ritual para invocar al caído. Will dejó a la vista sus alas haciéndolas brillar de un color dorado intenso, lo cual me dejó impresionado, ya que no acostumbraba a verlo así. Daniel dio unos pasos hacia atrás y entrecerró los ojos debido a la luz intensa que emanaba de los alas de Will. Me preguntaba qué tan intenso debía ser todo en el Reino Celestial, ya que los ángeles son solo una extensión de todo el Reino.

Will estiró su mano hacia atrás e hizo una mueca cuando tiró de una de sus alas. En sus manos quedó un destello dorado como si se tratara de una pluma hecha de luz. Durante nuestra formación como nefilim de la alianza, nos enseñan acerca de los ángeles y de cómo sus alas son una de las características más importantes y poderosas de ellos. Sin embargo, jamás imaginé la magnitud de aquella información y cuán real podía ser hasta aquel momento.

—Si realmente quieres verme, ven hasta aquí —dijo Will en voz alta—. Yo te invoco, padre.

En el momento en que la pluma en la mano de Will desapareció, el viento se desató con fuerza y el suelo del bosque rugió de una manera muy extraña, casi como si tuviera vida propia y estuviera agonizando. La temperatura comenzó a ascender rápidamente y sentí que hasta me costaba respirar. Frente a Will una nube de humo rojo oscuro comenzó a tomar la forma de una silueta humana.

Ahí estaba él con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón rojo mientras miraba a Will de forma divertida. A decir verdad, esperaba ver al demonio más feo de la historia de los demonios con dientes amarillos y afilados, cara deformada o alguna característica similar. No obstante, en su lugar estaba el hombre más hermoso que mis ojos habían visto jamás. Entonces, recordé que Lucifer fue un arcángel y que como tal sería majestuoso.

—Eso fue más rápido de lo que pensé —comentó Will.

—Veo que mi querido hermano ya te contó la verdad —dijo Lucifer.

—A la fuerza, pero sí.

—¿Querías reunirte conmigo entonces? ¿Conocerme? —preguntó el caído fingiendo ternura—. Que atento, William.

LOS CAÍDOS #7 - DescendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora