Es mi primer día en esta escuela, porque papá y yo cambiamos otra vez de ciudad, por su trabajo.
Siempre me pone triste no tener amigos, pero aquí he visto a un niño que tiene toda mi atención.
Él se sienta al lado de la maestra, y creo que nunca había visto a alguien así de bonito antes, pero el resto de la clase no piensa como yo.
He notado que ellos lo miran y se ríen a veces, como si estuviera pasando algo divertido, pero yo no entiendo el chiste.
Supongo que es algo que ellos saben y yo no.
—Ohm —dice ella mirándome desde su escritorio.
Camino entre las carpetas, intentando no chocarlas, porque me pone nervioso acercarme al niño bonito.
—¿Sí, maestra? —pregunto con la voz baja, desviando mi mirada hacia su lado, pero él me ignora.
No creo que le importe que yo esté ahí.
—Este es tu libro —dice sonriéndome y asiento con la cabeza— sé que el primer día es complicado a veces, pero vas a adaptarte al grupo rápido, ya lo verás.
—Sí, gracias —respondo haciendo una reverencia.
Al girar para irme, vuelvo a mirarlo, pero sigue sin verme y eso me pone triste.
Es aún más bonito de cerca, y un niño así, seguramente nunca sería mi amigo.
