03: Ohm

1.2K 225 176
                                    


Es otro día de clases y la maestra nos ha pedido dibujar algo que nos guste mucho.

No es muy difícil para mí decidir que voy a dibujar una pizza.

—Ohm —dice llamando mi atención y me levanto para caminar hasta su escritorio, pensando en qué hice mal— ¿Puedes traer una silla y trabajar con Nanon?

Mi mirada va hacia él y veo como niega rápido con la cabeza.

Ya he notado que no quiere mirarme, y esto me confirma que no le agrado.

—No quiere —respondo bajando la mirada y ella suspira.

—Por favor, Ohm.

Mis labios tiemblan, porque no quiero que lo obligue a hacer algo que no quiere, pero obedezco y llevo mi silla junto a mis hojas a su mesa.

—Nanon ama dibujar —dice la maestra agachándose y me sonríe— pero no se anima a hacerlo seguido.

—No puedo hacerlo —indica él con la voz dura, aun desviando su mirada.

—Lo haremos juntos —me atrevo a afirmar esperando no incomodarlo más y ella asiente dejando más crayones en la mesa.

Cuando ya estamos solos, muevo mi boca con nervios, porque aún no gira hacia mí.

—¿Qué vas a dibujar? —pregunto abriendo la caja grande de crayones— hay muchos colores acá, ¿quieres tomar uno?

Él respira con más fuerza y veo como muerde sus labios estirando uno de sus brazos, pero su mano no va en la dirección correcta, así que, con uno de mis dedos, lo guío hasta la caja.

Nanon no puede ver la caja, lo sé ahora, y me siento tonto.

—No puedo ver —dice devolviendo su mano a su lugar— ríete si quieres.

Mi ceño se frunce y lo pienso un momento.

¿Significa que ellos se ríen porque no puede ver?

Eso es tonto.

—No importa, dime qué quieres dibujar y te ayudaré —respondo luego de unos segundos de silencio.

—No tienes que ser mi amigo solo porque ella te lo pide.

—No es así —susurro acercándome un poco a él, para que nadie más nos escuche— eres el único en la clase que parece agradable.

—No soy agradable y no puedo dibujar un árbol, porque no sé cómo es.

Mi mano se estira hasta la suya y entrelazo nuestros dedos, levantándome.

—Puedes aprender —digo jalándolo y él se resiste un poco, pero termina cediendo y me sigue hasta el patio.

Camino hasta el manzano, bajo el que siempre se sienta, poniendo su mano en el tronco.

—Parece roto —susurra mirando hacia un lado y el sol hace que sus ojos brillen más.

Nanon es tan bonito.

—Es como la madera de las mesas que usamos.

—No es verdad, esas son suaves.

—Es verdad —respondo apoyándome en el árbol— confía en mí.

—Está bien, ¿y qué color debo usar?

—Marrón.

Él suspira.

—Siempre he querido preguntar como son los colores.

—Bueno, el marrón es como las mesas, y los troncos de los árboles.

—No seas tonto —dice cruzando los brazos y mi mirada se amplía, porque parece que ha entrado en confianza conmigo— nunca he podido ver nada de eso.

—Es verdad —afirmo llevando una mano a mi cabeza, para pensarlo mejor— es como... sucio.

—¿Sucio?

Vuelvo a agarrar su mano y lo guío al piso, sentándome a su lado.

—¿Sientes la tierra?

—Sí —responde mirando hacia mi rostro, aunque en realidad no lo esté viendo.

—Es rasposo como el tronco, y te dan ganas de lavarte las manos, porque incomoda.

—Es verdad.

—Así es el marrón.

Creo que hice mi mejor esfuerzo, pero tengo miedo de que no esté conforme con mi explicación, hasta que sonríe.

—Entonces, me gusta el marrón.

A mí me gusta la sonrisa de Nanon.

Mírame | OhmnanonWhere stories live. Discover now