Mis dedos vuelven a tocar la hoja que Ohm tiene en la mano para asegurarme de cómo es, y luego me concentro, agarrando el crayón verde, mientras trato de dibujar, imitando la forma.
—¿Cómo es el verde?
—Es como la vida —responde luego de pensarlo un poco— ¿Tienes un jardín?
—Sí, me gusta estar en el césped.
—El césped es verde, y las plantas lo son, no es un color oscuro, pero tampoco es claro, está al centro.
—Oscuro es como yo veo.
—Lo sé, ese es el negro y la luz es blanca, como la noche y el día, pero el verde solo es verde, no parece alegría como el amarillo, ni es algo triste como el gris, simplemente es verde, se siente como echarse en tu jardín, y tomar aire.
—Como estar en calma.
—El azul también es calma, solo que parece más aburrido, el verde es diferente, es como...
Parece que no encuentra las palabras correctas pero yo las tengo, porque he entendido.
—El azul es calma de que nada sucede, y el verde es calma de que nada te preocupa, aunque esté sucediendo.
—Sí —dice sonando emocionado y sé que eso significa que está sonriendo— eso es el verde.
Agarro más fuerte el crayón y regreso mi atención al papel.
Llevo mucho tiempo evitando pedir explicaciones sobre cómo se ven las cosas, porque no me gusta molestar.
Pero con Ohm es diferente, él hace que sea sencillo, así que voy a seguir preguntando.
Cuando termino, mis dedos pasan por el relieve y siento que ha quedado bien.
—Tu dibujo es bonito —dice poniendo una mano encima de la mía y siento como la mueve por la hoja, junto a mí.
—¿Qué haces?
—Estoy mirando con los ojos cerrados.
—¿Por qué? —pregunto volteando hacia él y sé que su rostro está muy cerca al mío, porque puedo sentir su respiración.
—Tú aprendes a ver el mundo como yo y yo aprendo a ver el mundo como tú.
Un nudo extraño aparece en mi estómago, pero no me siento incómodo con eso, es algo diferente.
Es una sensación nueva y bonita.
