Capítulo 1: ILEGÍTIMOS

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Dicen que la primera gota de lluvia que cae en noche de tormenta, es tan espesa como la misma sangre, sangre que a pesar de su valor para algunas familias es tan insignificante como esta gota que es absorbida por la tierra y la intentan ocultar de cualquier forma posible, solo por el hecho de que según ellos deshonran el honor de sus familias y violan sus propios principios. Estos son los comúnmente llamados «ilegítimos». La gran mayoría de estas familias ocultan estos secretos para que su nobleza se mantenga intacta.

En el pueblo de Holrrouss, vive una de las familias más respetables e importantes de la región, «Los Leblanc», El señor Dante Leblanc es uno de los exportadores de telas y pieles más sobresalientes del pueblo. Su nombre es reconocido como uno de los mayores adinerados de la región, además de tener grandes líneas de tiendas en gran parte del país. La señora Ivette Lodge de Leblanc, para la envidia de todas las damas de sociedad era la mejor vestida de todas, vestía las elegantes pieles antes de que su esposo las exportara a los diferentes países comercializadores como Canadá y Estados unidos. A pesar de que Holrrouss era un pueblo pequeño crecía a gran escala sobre todo por sus autoridades y residentes, quienes daban un toque de alcurnia a sus cimientos.

El señor y la señora Leblanc tenían un hijo llamado Elián, quien sería uno de los tantos herederos de Holrrouss, uno de los futuros señores de la alta sociedad, uno de los tantos a quienes sus padres escogerían esposa, sin embargo, para un niño, quien tenía los más encaudalosos padres y una fortuna incalculable, se relacionaba más con personas de diferente clase social...

La mejor amiga de Elián, era una pequeña niña llamada Anyel Reys, era hija de la cocinera, bueno, aunque más que cocinera, era como la segunda madre de Elián, ambos se criaron prácticamente juntos y era precisamente esta relación la que odiaba su madre Ivette, demostrándolo a cada momento, sobre todo cuando se topaba por algún corredor con la pequeña Anyel, su sola presencia la colocaba de mal humor. Por el contrario la Madre de Anyel, Sarah amaba a ambos, trataba a Elián con la misma dulzura y amor como para con su hija. Cuando los señores de la casa salían a sus reuniones, Sarah les preparaba leche caliente con galletas, los acomodaba junto al calor de la chimenea y les leía sus novelas. La que más disfrutaban era «Vuelvo a verte otra vez», cada vez que Sarah recorría sus románticos capítulos, Elián desviaba su mirada hacia Anyel.

—¿Por qué me miras? —preguntaba nerviosamente Anyel.

—Sabes... algún día seré el dueño de esta casa —mencionó Elián.

—¡Lo sé! , y yo seré tu sirvienta —El comentario de Anyel, le partía de sobremanera el corazón a Sarah, quien rezaba todas las noches porque eso no fuera así.

—¡No!, tú serás mi esposa —Sus palabras hacían que Anyel sonriera y Sarah no podía creer las ocurrencias que decía Elián.

—¡Como si fuera tan fácil pequeño príncipe! —exclamó Sarah con un suspiro profundo.

Así fue la infancia de ambos, con momentos felices, como los habían tristes. Fue ese 13 de Mayo de 1984 cuando Elián cumplió ocho años, en su fiesta de cumpleaños, Ivette le realizó una pequeña reunión con sus compañeros del colegio más cercanos y sus padres. Sarah preparó un gran banquete junto con las demás empleadas. Elián en el momento que todos sus invitados estaban sentados, acercó una silla para sentar a Anyel junto a él, su madre pasó la vergüenza de su vida, tratando de hacer que su hijo supuestamente entrara en razón, pero no consiguió nada.

Ese día Elián no permitió que Anyel se alejara de su lado, enfrentándose con su madre por ella. Para las madres de los demás niños era solo un capricho, que pronto se le pasaría, no obstante, para Ivette, no era solo eso, sino que un peligro, ya que, no siempre serian unos niños, pronto se convertirían en adolecentes y ese cariño de niños más adelante podría convertirse en algo más.

Vuelvo a verte otra vez...Where stories live. Discover now