Capítulo 13: LA SEPARACIÓN ES DOLOROSA, ¡QUIERO ESCUCHAR TU VOZ!

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Al atardecer, Elián se encontraba en su habitación preparando todo para su viaje, guardaba lo necesario para un viaje indefinido. Amber golpeó la puerta indicando que tenía una visita, para la sorpresa de Elián era Sophie, nunca imaginó que la volvería a ver menos en su casa. Caminaron en silencio por el jardín, no sabían cómo romper el hielo, el nerviosismo era mutuo, después de todo lo sucedido en el colegio.

—¡Así que Rubén! —exclamó Elián, y ambos se sonrieron.

—¡Sí! —contestó ella nerviosa.

—¿Te acuerdas cuando te reclamaba tu cercanía con él?

—Y yo te decía que era como mi hermano —comentó Sophie con cierta nostalgia, recordando el pasado.

—Si te quise y es la verdad...

—Pero... no me amabas, nunca me amaste —aludió Sophie acariciando el rostro tibio de Elián.

—¡Lo siento!

—Descuida... lo que dijiste sobre mis padres...

—De verdad me arrepiento —intervino Elián con cierta culpa.

—¡No!, tenias razón, ese día abrí los ojos, me di cuenta de que ellos no son quienes para decidir en mi vida, ahora soy muy feliz —argumentó Sophie, eso alegraba a Elián enormemente. Después de todo Sophie había sufrido demasiado a causa de sus padres, era hora de que comenzara a forjar su propio futuro.

—¿Has hablado con Anyel? —preguntó Sophie, Elián la miró algo sorprendido —. Recuerda que Thomas antes de todo es mi primo, deberías escoger mejor tus amistades...

—¡Él es increíble! —afirmó Elián soltando una carcajada, no podía cuestionar a Thomas, tenía la mejor opinión sobre él, sentía cierta tristeza de dejarlo.

—No puedo creer que Anyel sea tu hermana...

—Ni yo... pero es hija de mi padre.

—¿Tú y ella hicieron...? —preguntó titubeante, ni siquiera podía terminar la oración.

—¡No quiero hablar de Anyel! —indicó Elián con suma tristeza. Sophie lo abrazó por última vez, a pesar de las dificultades, sus momentos gratos siempre existirían en su memoria.

Los días para Anyel y Elián transcurrieron normalmente, el mes de julio llegó para brindarle un poco de tranquilidad a la mente de Anyel. En el comienzo de las vacaciones de invierno Rebecca recibió a su nieta con tanta felicidad, pero, al parecer Anyel no sentía lo mismo, se encerró en su cuarto y se quedó ahí inmóvil, sentada sobre su cama mirando por la ventana. Rebecca no entendía que sucedía, pasaron un par de días y Esther llamó.

El señor Hortuz corrió a la casa de Rebecca para informarle de la llamada, él tenía uno de los pocos teléfonos que habían en el pueblo de Vieleta, a pesar de que siempre le recalcó a Rebecca, que podía usarlo cuando ella quisiera, Rebecca se sentía más cómoda escribiendo cartas, cuestionaba la tecnología que los alcanzaba a pasos agigantados.

Anyel no quiso levantarse de la cama para ir a hablar con Esther, a pesar de que Rebecca no quería tomarse atribuciones que no le correspondían, no podía seguir viendo a su nieta con esa depresión, se decidió a ir a contestarle ella personalmente. Esther comprendió que Anyel no recibiera la llamada, Rebecca escuchó con detenimiento lo que Esther le comentó, haciendo que su corazón se acongojara. Lloró por la bocina del teléfono y le rogó a Esther que no la dejara sola en estos momentos tan difíciles, Esther le pidió ir a visitar a Anyel, podía quedarse unos días antes del inicio de clases, para así acompañarla, Rebecca se alegró de eso y la recibiría con mucho cariño, cuando colgó la llamada, Hortuz la miró, notando la tristeza que emanaba de ella.

Vuelvo a verte otra vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora