Capítulo 4: SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

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«¡Por fin a comer!» exclamó Esther, mientras ambas se dirigían al gran comedor para almorzar. Habían tantas mesas que era difícil contarlas, el menú era impresionante.

—Podrían alimentar áfrica con toda esta comida —comentó Anyel con cierta rabia. Tomaron sus bandejas y a medida que iban avanzando en la fila, colocaban los alimentos sobre ellas, buscar un lugar no fue difícil —. ¿Parece algo vacío para haber tantos estudiantes en el establecimiento?

—De verdad que no viniste a comer ayer, debido a tu ingreso —aludió  Esther.

—¿A qué te refieres?

—¡Ya lo verás! —respondió Esther. Al momento de sentarse y disponerse a comer, comenzaron a llegar todos a la vez.

—¡Llegaron las princesas! —dijo Esther en plan sarcástico. Para la sorpresa de muchos, curiosamente alguien más visitó ese día el comedor.

—¡Elián tu no acostumbras a venir aquí!... tienes un comedor privado — aludió Thomas cuestionando su actuar...

—¡Hoy puede ser diferente! — indicó Elián golpeando la espalda de Thomas con su palma. Esther golpeó con su hombro a Anyel.

—¿Qué quieres? —preguntó Anyel, sobándose el brazo.

—Elián vino al comedor —contestó entusiasmada.

—¿Y que tiene?, es normal que venga, es la hora de almorzar —dijo Anyel con nerviosismo.

—Jamás se le había visto aquí. Él como algunos otros, tienen un comedor privado —indicó Esther.

—¿Qué?, ¿un comedor privado?, ¡están dementes!

—¡Lo sé!, es una locura —comentó Esther disimuladamente —Pero... sus padres pagan ese privilegio y ¡te está mirando!

—¿Dónde está?

—A tu derecha al fondo... —Anyel desvío la mirada lentamente, intentando actuar con cautela, hasta que lograron encontrarse, compartiendo una larga mirada,  la cual Elián no pudo mantener, uniéndose finalmente a las risas de las personas que lo rodeaban. Anyel bajó la mirada a su plato y simplemente se dedicó a comer. Elián por el contrario, volvió a centrar su mirada en ella. El rumor no tardó en llegar a los oídos de Sophie. Creer que Elián había sido capaz de pisar ese lugar, con tanta gente, haberse atrevido a algo así, debía tener razones muy fuertes. Al llegar al gran comedor, notó de inmediato las miradas que él, le dirigía a Anyel, no tenía que ser muy lista para no darse cuenta de la situación, tomándolo como un peligro a su relación.

Dieron las 17:00 de la tarde, un día largo y agotador. Anyel entró al dormitorio, aún no podía acostumbrarse a lo amplio que era, habían cinco literas y un escritorio para cada una. Anyel por haber entrado tarde, no pudo escoger su cama, solo se quedó con la única que quedaba disponible, que lamentablemente era la más cercana a la puerta.

—¿Como estás para ser tu segundo día?  —preguntó Esther entrando de imprevisto.

—Sin comentarios, siento que llevara un año en este lugar —contestó mientras terminaba de desempacar.

—Por lo menos hoy si estas despierta — mencionó Esther —. Ayer vine a verte, pero, parece que estabas muy cansada, ni tiempo de desempacar tuviste.

—¿Y tú qué haces aquí?

—¡Adivina! —exclamó Esther con una gran sonrisa. Anyel no sabía que decir —. Bueno... hablé con Roberta que es amiga de la arpía de Sophie Turney. La primera semana  intentó cambiar de habitación conmigo, pero en un principio no lo hice, más que nada porque no me agradan, y solo quería llevarle la contraria, pero, ahora lo hice porque estás tu amiga, así que ahora somos compañeras de literas, dormiré arriba.

Vuelvo a verte otra vez...Where stories live. Discover now