Capítulo 6: SECRETOS

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Al llegar a la casa el chófer detuvo el auto, procedió a bajarse y rápidamente abrió la puerta de Elián.

—¡Gracias! —exclamó Elián seguído de una sonrisa. Esteban el chofer del fin de semana, asintió totalmente sorprendido, hace mucho tiempo que Elián no mostraba un gesto de amabilidad.

Al momento de bajar, Elián desvío la mirada a lo alto del segundo piso, ahí siempre estaba su madre expectante, con la misma seriedad de siempre, observándolo, vigilándolo, era verdaderamente escalofriante. Elián entró directamente en la cocina, solo estaba la cocinera.

—¿Lizbeth dónde está Amber? — preguntó algo inquieto, temía que su madre apareciera a estropear sus planes. Lizbeth le indicó que Amber estaba arreglando sus cosas. Elián le pidió, más bien le ordenó que le informara a Amber, que la esperaba en su habitación. Lizbeth se secó las manos y corrió para obedecer su orden.

Ahora bien, Elián no perdió más tiempo, se fue directamente a su habitación, desempacó la ropa sucia y sacó del closet una maleta más grande, ya que, debía empacar para varias semanas, ya más adelante podría regresar por más ropa o usar la lavandería del colegio, no obstante, de lo que si estaba seguro, era que no tenía pensado regresar por un buen tiempo a la casa. En uno de sus cajones bajo toda su ropa, encontró una antigua fotografía que mantenía oculta de su madre obviamente, en ella estaba su padre, Anyel y él, se veían tan felices, a pesar de todo lo que sufrió en esa casa, Anyel siempre le enseñaba una gran sonrisa. No podía sacar de su cabeza la conversación que tuvo con Anyel en el camarín «mi único amor» y esa frase que avivó la llama de su corazón que creía extintiguida.

—También fuiste y eres mi único amor... —susurró entre dientes, deseando que ese sentimiento durará para siempre. En el fondo, no podía creer que ya hubieran pasado tantos años, tampoco podía creer que hubiera despertado un sentimiento tan fuerte por ella, que no podía explicárselo, seguramente solo se mantuvo dormido. Su lapsus mental fue interrumpido por el sonido de la puerta, alguien tocaba y esperaba que no fuera su madre.

—¿Me mandó a llamar? —preguntó Amber preocupada.

—¡Pasa! —indicó Elián, sentándose sobre su cama. Amber entró en pánico, comenzó a sudar, a estas alturas, imaginaba que iba a ser despedida. Elián la observó de pies a cabeza, Amber se mantuvo parada junto a la puerta totalmente inmóvil.

—¿Para qué me mandó a llamar señor? —volvió a preguntar, sintiéndose algo incómoda.

—¿Te acuerdas de Anyel? —preguntó Elián, notando la expresión de nerviosismo en su rostro.

—¡Si la recuerdo!, era la hija de mi amiga Sarah, la cual se fue hace muchos años —Se le quebró la voz a Amber al mencionar a Anyel y sobre todo a Sarah.

—Voy a ir directo al punto, ¿qué pasó con las cartas que me enviaba Anyel? —su pregunta colocó a Amber bastante pálida.

—¡No se dé que me habla! —titubeó con temor.

—¡Sé muy bien de lo que estoy hablando! —dijo Elián cambiando el tono de su voz —. ¡No juegues conmigo te lo advierto!

—¡Lo lamento! —dijo Amber temerosa —. Pero, si su madre se entera...

—¡Ella no lo sabrá!, solo quiero confirmar lo que ya sospecho —aseguró Elián con un tono de desesperación, provocando en Amber un sentimiento de confianza y lástima.

—¡Está bien!, confiaré en usted...¡su madre me obligó!

—¿Se atrevió a tanto? —Elián estaba perplejo, como su madre podía hacer algo tan bajo...

—Su madre recibía la correspondencia, cada semana sin falta. Me hizo jurar que no hablaría de esto, solo así me permitió tener comunicación con mi niña —Amber sonaba sincera, se notaba que quería muchísimo a Anyel.

Vuelvo a verte otra vez...Where stories live. Discover now