Kita

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___ seriamente estaba pensando en mudarse.

Pero, la inseguridad la carcomía.

Una nueva vida, un nuevo inicio.

Hace tiempo se sentía.....vacía.

No estaba realmente feliz, pero tampoco especialmente triste.

Y se sentía culpable por no estar agradecida con la vida, aunque la había tratado relativamente bien.

Sus padres....eran humanos. A veces buenos y en muchas ocasiones insensibles. Pero los amaba.

Dejarlos iba a ser difícil.

A pesar de esto, necesitaba alejarse. Su rutina la estaba asfixiando.

Su salud mental aún no estaba completamente destrozada y debía rescatar su inteligencia emocional antes de que no quedara nada.

Por esto, se iba con sus escasas pertenencias y su adorable mascota. Amaba de corazón a su perro, no podría abandonarlo.

La pregunta elemental era a dónde decidió marcharse.

La respuesta fue a un pequeño pueblo rodeado de campos.

¿Por qué?

El principal motivo era que no tenía mucho dinero y ahí era mucho más barato el arriendo.

El segundo motivo era que amaba de corazón la naturaleza.

Ya había tenido suficiente de la ciudad.

Agarró todo lo que necesitaba y lo guardó en su coche.

Cuando por fin llegó, se sorprendió por el silencio y la tranquilidad. Su amigo peludo estaba contento con el cambio de panorama.

Se sorprendió al ver a una abuelita cargar con unas bolsas llenas de verduras.

Aparcó a un lado del camino y se dispuso a ayudar a la mujer.

-Muchas gracias mi niña.-(habló con una sonrisa cálida)- Mi nieto siempre me dice que él se encargará de todo, pero ya está muy ocupado. Estamos en época de cosecha ¿Sabes? Lo mínimo que podía hacer era encargarme de las compras.

___ sonrió ante la amabilidad de la señora. Cargó las bolsas hasta su auto y llevó a esa agradable persona a su casa que por casualidad estaba al lado de la casa que planeaba arrendar.

-Mi nombre es Yumie Kita.-(se presentó cuando ya guardaron los alimentos en el lugar correspondiente)

La joven de veintidós años miraba a su alrededor sorprendida. Esa casa era muy antigua y grande. Limpiarla debía ser un trabajo arduo.

-Sé lo que piensas, pero uno debe hacer lo que debe hacer de manera diligente.-(exclamó con solemnidad)-Los dioses siempre nos miran.

La muchacha suspiro con una sonrisa triste.

Hace tiempo había dejado de creer en los dioses.

-Soy ___, ___.-(terminó por decir)-Fue un gusto conocerla.

Se estaba por marchar cuando escuchó la puerta principal abriéndose. Pronto, un joven que no podía ser más de dos años mayor que ella apareció.

Tenía un rostro serio pero tranquilo.

Su cabello era de un peculiar color blanco mientras sus puntas eran oscuras.

Y tenía un cuerpo notablemente trabajado.

-Tenemos visitas.-(afirmó con una voz calmada y grave)-Que sorpresa.

La chica trató de no mirarlo mucho. Sería extraño ojear al vecino.

Haikyuu X TúWhere stories live. Discover now