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La recuperación de Vegas no fue inmediata pero tampoco tan lenta, unas semanas después estaba en condiciones para volver a su vida cotidiana pero decidieron que irían de viaje y nada más que a Corea del Sur.

Tenían pensado ir solos pero por razones de seguridad dos guardaespaldas fueron enviados para protegerlos, Chan y Big, dos personas altamente capaces de cuidar de los esposos y también aptos para dar su vida si era necesario.

Era su primer día en tierras coreanas y tenían pensando visitar un lujosos restaurante que les fue recomendando.

Pete se miraba en el espejo de cuerpo entero, se veía bonito y más feliz que nunca, sintió unos brazos rodearlo por detrás así que una sonrisa automática se formó en sus labios.

— Te ves precioso mi amor — Susurró.

— Y tú te ves muy guapo — Respondió.

Desde que Vegas salió del hospital las cosas habían mejorado muchísimo, incluso se sentía irreal pero esa era su realidad y ambos estaban más que satisfechos con eso.

— ¿Listo? Se que amas comer así que ese lugar te encantará.

— Estoy ansioso por probar nueva comida — Soltó una risita y volteó— Se siente bien tener compañía — Se puso de puntitas, dejó un suave y corto beso en los labios ajenos.

— Se siente bien tenerte a mi lado — Tomó su mano y la entrelazó con la suya — Vamos, Chan y Big no están esperando.

— Cierto, lo olvidé, entonces vamos porque no quiero que esperen demasiado — Por supuesto, ellos estaban haciendo su trabajo pero no por eso abusaría de sus paciencia además también tenía mucha hambre.

Salieron del hotel y se subieron al auto que les estaba esperando, saludaron cordialmente a sus guardespaldas y el auto se puso en marcha.

Cuando llegaron Big les abrió la puerta y salieron con cuidado, el restaurante tenía buena presentación desde afuera y al ingresar era realmente elegante, ninguno se sintió fuera de lugar porque estaban tan acostumbrados a ese tipo de cosas así que una de las camareras los llevó a su mesa.

La mujer parecía estar interesada en Vegas pero este no se percató de ello porque estaba prestándole toda su atención a su esposo que no estaba diciendo nada pero el hecho de que estuviera a su lado era suficiente razón para no querer ver a nadie más.

Se sentaron en su mesa y la carta les fue entregado, se veía bien e iba perfectamente con la temática del lugar.

— Puedes elegir todo lo que quieras.

— Hagamos algo — Mostró una sonrisa un tanto pícara — El que come más gana.

— ¿Enserio? ¿Cuál sería la recompensa? — Lo miró muy interesado.

— Primero pidamos la comida y luego te lo digo.

No podía decirle lo que tenía pensado en frente de la camarera que no despegaba los ojos de su marido pero no se preocupaba por eso, cualquiera que estuviera en sus cinco sentidos no sería capaz de poner sus ojos sobre lo que pertenecía.

— De acuerdo.

Después de​ unos minutos ambos ya tenían sus pedidos, realmente ninguno se midió y parecía que estaban muy interesados en ganar.

— Bueno, ahora que ya se fue puedo decírtelo — Puso sus manos debajo de su barbilla y miró al mayor — Si tú ganas puedes hacer lo que quieras conmigo.

— ¿A qué te refieres? — No podía concentrarse con la bonita cara que tenía delante suyo.

— Tú sabes — Parpadeó varias veces — Pero si yo gano me tendrás que comprar todo lo que yo quiero y sin ninguna queja de por medio.

The Price of Loving You [Vegaspete] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant